The Story of my Life [INTERRUMPIDA]

Capítulo 32

- Hola.

- Hola Nara, ¿querida qué te ha pasado en la pierna?

- Me caí por las escaleras, adelante.

- Gracias.

Me acomodé en el sillón como siempre, Álex lo fulminaba con la mirada como siempre y él hablaba mientras yo pensaba en mis cosas como siempre. Quería un tatuaje, pero no uno cualquira, la cosa era que mi madre no me iba a dejar, aunque ahora que lo pienso ella tiene uno, es un corazón negro detrás de la oreja. No me puede impedir que haga algo que ella ha hecho, sonreí para mis adentros.

- ¿Nara?

- Sí - ¿sí?

- Estamos haciendo progresos, bueno me marcho que ya han pasado las dos horas.

- Vale, adiós.

En cuanto cerró la puerta yo me giré hacia Álex y le dije:

- Quiero un tatuaje, quiero un tatuaje - me repetí para mis adentros.

- ¿Perdón?

- Que quiero un tatuaje - dije sonriendo.

- ¿Segura? ¿Y tu madre?

- Me da igual ella tiene uno detrás de la oreja.

- ¿Segura?

- ¡Quá si pesao!

- Vale, vale. Pues ¡venga! ¡vamos!

- Espera que me visto.

- ¡Si ya estás!

Me mire llevaba unos shorts muy shorts y una camiseta corta rosa. Puse un puchero.

- Tira - insistió.

Cojí una chaqueta vaqueta del perchero y me la puse junto con unos AndyZ. Subimos a su moto. Nos fuimos a las afueras de la ciudad y paró frente a un edificio muy antiguo.

- Aquí es.

- ¿Seguro?

- Sí, baja.

Bajé lentamente. Él picó a la puerta y le abrió una señora mayor.

- ¡Hola cariño!

- Hola.

- ¡Qué chica tan bonita! ¡Pasar!

¿Esa mujer siempre grita? Me pregunté.

- Hola macho - le dijo un hombre de mediana edad al fondo de la sala.

- ¿Qué tal?

- Na, aquí. - luego centro la vista en mí. - ¿Y ella?

- Mi novia, quiere un tatuaje.

- ¿Tú?

- Sí - le contesté descaradamente.

- Uh... Que muerde.

Álex le dedicó una mirada y él se serenó.

- Siéntate en el sofá.

Me senté y la señora mayor me pasó unos catálogos. No me gustaba ninguno...

- No me gustan.

- ¿Qué quieres que haga yo? - me dijo el señor.

- Tienes que elegir uno Nara. - me explicó Álex.

- Jo... Es que no me gustan.

- ¿Qué te parece esto? - y me susurró una cosa al oído. Yo asentí satisfecha. Luego se lo dijo al señor.

- Entendido, ¿dónde?

- Aquí - dije poniéndome de lado y señálando mi cadera derecha.

- Vale.

Cogió la aguja y empezó a dibujar, al principio me dolía pero luego fijándome en los trazos del señor sobre mi piel y los ojos de Álex se me olvidó completamente el dolor.

- Ya está. 

- Es precioso - dijo Álex.

- Es precioso - repetí. - ¿Cuánto es?

- Para tí gratis pequeñaja.

Nos despedimos y volvimos a montar en la moto para volver a casa. Cuando llegamos fui corriendo, en brazos de Álex por mi pierna rota, al sofá, allí me bajé un poco el pantalón sin que se viera nada y miré mi tatuaje. Era como el de Álex solo que mi hada era rosa y azul, y era más pequeñita, de unos quince centímetros contando la daga.

- ¿Te gusta? - me preguntó.

- Me encanta.