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-¿Vas a salir, hija?-pregunto mi padre al verme bajar las escaleras.

-Si-murmure cruzando un pequeño bolso por mi cuerpo-volveré luego.

-¿Y puedo saber a dónde vas?-cruzo sus brazos y alzo una de sus cejas negras.

-Al centro comercial-sonreí.

-¿No quieres que te lleve el chofer?

-No papá, tomare el autobús.

-¿Estas segura?-le asentí-esta bien, cuídate mucho y vuelve pronto.

-Lo hare, adiós.

Bese su mejilla y camine a pasos rápidos a la salida de la casa.

Estoy muy nerviosa y ansiosa, nuevamente voy camino a la tienda de golosinas donde atiende el chico guapo. Han pasado dos días desde que llegue y no tuve el valor de ir a la tienda hace dos días porque no quiero que se note lo desesperada que estoy por verlo otra vez.

Pero ahora si estoy muy decidida por ir, es más, tengo mucho valor que hasta quiero preguntarle su nombre y ver la posibilidad de entablar una conversación con el. Mi mente no ha dejado de pensarlo durante todas estas horas, es increíble lo flechada que me ha dejado, nunca me había ocurrido y tampoco creí que me pasaría.

Ya dentro del autobús, pague mi pasaje y camine a un asiento disponible para el pequeño trayecto. La verdad es que el trayecto se me hizo muy largo a la primera vez, pero finalmente llegue a la parada de autobús que me corresponde.

Mis ojos se clavaron rápidamente en la tienda de golosinas que esta a unos metros de mi, suspire cerrando mis ojos por un momento y camine en dirección a la tienda con muchos nervios corriendo por mis venas.

Abrí la puerta y me sorprendí al no ver a nadie comprando golosinas, luego cerré la puerta y de inmediato miré alrededor de la tienda si estaba. Pero toda ilusión y esperanza se rompió cuando solo vi a los otros dos chicos, pero no a el.

-Hola-dijo un chico rubio mirándome con una sonrisa-¿qué deseas llevar?

Abrí mi boca para hablar, pero en vez de eso, fui interrumpida.

-A ella la atiendo yo Ryan.

Volteé al instante y lo vi, mirándome fijamente con su bella sonrisa.

-Hermano, creí que ya no venias-dijo el rubio.

-Me retrase un poco pero aquí estoy-le contesto sin quitarme la mirada de encima-y ya pueden irse, yo me quedo a cargo de la tienda hasta que cerremos.

-Claro, como digas... vámonos Chaz-sentí que le hablo al otro chico.

Los dos chicos se marcharon dejándonos a solas, el rompió nuestra conexión de miradas y camino hacia un perchero tomando un delantal de color rojo con el logo de la tienda en un lado.

-Has vuelto-dijo abrochando los botones.

-Si-murmure mirando cada una de sus acciones.

-Creí que ya no lo harías-rio leve, lo miré confundida-como no viniste hace dos días, pensé que los dulces no te habían gustado.

-Oh-reí de la misma manera-claro que no, los dulces estaban deliciosos... es solo que estuve un poco ocupada desempacando.

-¿Eres nueva aquí no?

-Algo así-ahora el turno fue de el de mirarme confundido-la verdad es que soy canadiense y vivía aquí en la ciudad, ahora solo vine por vacaciones.

Fruta Prohibida |j.b|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora