Capítulo 2.- Carmesí

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Agosto, 2017.

"El diablo te ha mostrado el infierno en sus ojos, corre mientras puedas"





Muevo de un lado a otro mi cabeza al ritmo en el que se mueve el pequeño perico. Dakota sigue riéndose de lo que repiten las aves, cada que dicen una de sus palabras les da un premio y yo sigo diciéndole que esta prohibido alimentar a los animales. Mi hermana me ignora, pero no me rindo.

—Dakota, por favor, déjalos —le pido y trato de acariciar a la ave.

—Entonces no las toques.

Alejo mi mano y ella me mira con una sonrisa.

—Ok...

—Vamos, Cloé, estamos en vacaciones, o algo así. Mamá te ha dado permiso de quedarte conmigo lo que restan de vacaciones.

—Cinco días.

—Si, pero al menos te ha dado permiso.

Tomo su brazo y comenzamos a caminar, mientras lo hacemos miro mis zapatos para no mirar a mi hermana.

Hace un mes murió el hermano de Ginger, una de sus amigas más cercanas, y se fue a Nuew York por ella; conocí a Tyler Smiley, era una persona agradable y ahora está en el cielo descansando después de luchar contra el cáncer. Es una pérdida grande y como siempre me dicen, que Dios lo guarde en su gloria. Pero desde que Dakota habla más conmigo comienzo a cuestionar si las personas vivirán en la gloria de Dios.

—¿Qué te parece ir por algodón de azúcar?

—Si, por favor –la miro y ella me sonríe con cariño.

—Eres menor que yo por casi cinco años, sigues siendo mi hermanita y no has crecido mucho. Inocente y linda.

Frunzo el ceño y Dakota ríe.

—Vamos, angelito, te consentiré todo lo posible en estos días.

Avanzamos con calma hasta el carrito y me compra mi algodón de azúcar. Papá y mamá siempre me regañan, dicen que no debo de comer en la calle y que el diablo me esta tentando con todo lo que hay a mi alrededor; Dakota siempre me responde: "Esas son chorradas", siempre que menciono algo que nuestros padres dicen y ellos me dicen que mi hermana se irá a las llamas del infierno.

—Cuando tengas hambre...

—Dakota...

—¿Si?

—Yo... —bajo la mirada a mis zapatos de nuevo y agarro con fuerza el palito del algodón–. Tengo hambre.

—Valgame Dios, Cloé, ¿como no vas a tener hambre? ¿Por qué no me has dicho?

—No quería molestarte.

—Mi angelito tiene hambre, debo de engordar al pavo y mantenerlo feliz —murmura para si misma y me mira molesta—. Te daré la comida que de seguro no has tenido en semanas.

Dirijo la mirada a otro lugar que no sea su cara y continuamos caminando mientras ella lanza groserías como si fuera lo más normal del mundo. ¿Siempre ha sido así de grosera? Me mantengo callada y comiendo mi dulce algodón. Dakota me consciente, sabe que con lo que tengo de ahorros solo puedo comprar mis cafés y le preocupa siempre mi forma de comer; me regaña porque soy como un pajarito, luego dice algo sobre engordar el pavo y menciona mucho a mamá. Me sonrojo cuando Dakota habla sobre consentirme más y más hoy, mañana y el resto de los días.

Caminamos hasta salir del zoológico y tomar el autobús hacia el restaurante al que le gusta ir. Miro por la ventanilla y dejo que el viento me de directo a la cara haciendo que mi cabello baile a mi alrededor como si tuviera vida. Por el rabillo del ojo noto que unos hombres miran mucho a mi hermana, ella parece no notarlo y yo no menciono nada. Había olvidado lo bella que es, alta y con esa energía que atrae a todos, así es ella. Saco mis dedos y los muevo un poco mientras son golpeados por el viento que va en dirección contraria.

Sin Reservas (#2 R.P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora