Me toma por la cintura y barbilla.
—No te pareces mucho a tu hermana.
—¿Tu...?
¿Acaso conoce a Dakota? Miro sus ojos por un momento y termino apartando la mirada. El color es intenso, apenas logro ver unas motas verdes y el destello que dan me causa un escalofrío.
—¿Por qué no dejas que alguien te ayude? ¿A qué temes? —pregunta en tono bajo y pasa su pulgar por mis labios. Contengo la respiración—. Déjame ayudarte. Puedo cuidar de ti aunque me cueste la vida.
—¿Por qué?
¿Por qué me dice esto? Tomo su rostro entre mis manos y el mar de lágrimas inunda mis ojos.
—¿Por qué quieres ayudar a una desconocida?
—Porque sé, de ante mano, que está desconocida es y será importante para mi —toma una de mis manos y besa el centro de mi palma—. Se me hizo suficiente volverte a ver para decidir que es lo que quiero.
—¿Que es lo que quieres?
Le pregunto con miedo y aun mirando mi mano responde.
—A ti.
Me suelta y cuando creo que me permitirá bajarme besa.
Oh, oh...
Cierro los ojos esperando impaciente a que se aleje, pero mantiene sus labios sobre los míos y tiemblo al sentir sus manos subir por mis piernas. Le escucho decirme de esa forma extraña antes de que baje su boca a mi cuello y que sus manos suben hasta mis muslos. Grito. Pongo mis manos sobre sus hombros y lo alejo, él no pone fuerza alguna.
—¡No!
—¿No? —pregunta y ríe—. Pocas veces me dicen no y muchas gritan si.
Con toda la fuerza que puedo lo empujo, pero hace algo horrible. Me abre más de piernas, una de sus manos se adentra en el vestido y abro los ojos al sentir sus dedos sobre...
—Tenemos dos minutos y ocho para que te calmes —me mira pensativo y chasquea la lengua—. No, mejor tres y siete. ¿Te parece?
Él... Él... ¡Él es un demonio!
—Detente...
—Quiero borrar todo rastro de esos sucios recuerdos, quiero que recuerdes un tacto suave y no una rudo que provoca dolor, pero lo que principalmente quiero, y que juro lograr, es que superes lo malo.
Acaricia mi feminidad e intento cerrar las piernas, no logro nada con él entre ellas. Siento que la cara me arde. Estoy avergonzada, tengo miedo y siento que me romperé si me sigue haciendo eso. No sé, no sé, no sé, no sé si quiera... He olvidado hablar. Me siento con fiebre, con mis mejillas y orejas ardiendo fuertemente. Él no se detiene y baja mi suéter con las mangas del vestido, de forma apresurada, con mi mente aun un poco consciente, trato de subirlo. Sean aparta mis manos, baja las copas de mi sostén y chillo al mismo tiempo que él sonríe. ¡Pervertido!
—Oh, son rosados.
No, no, no ¡no!
Niego, jadeo y me estremezco, todo a la vez. Su boca esta sobre mi seno derecho, sus dedos tocan de forma directa mi feminidad y ambas cosas me hacen derrumbarme. No puedo juntar mis piernas y tampoco apartarlo. Me siento expuesta, diminuta y a su merced. La amargura invade mi boca, y entre mi mar de recuerdos aparecen sus palabras y es cierto. Pongo ese recuerdo al lado de lo que está pasando y otro escalofrío me recorre.
Esta esparciendo besos por toda la piel expuesta que tengo, sus manos son suaves y lo hace con una tranquilidad sorprende. Tiene razón. Sean, mi diablo personalizado, tiene razón. Algo ha cambiado. Pero ¿desde cuando, hablo del momento en el que lo conocí, algo había sido igual?
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Sin Reservas (#2 R.P)
Romance=Segunda parte de la saga Rowling= Bienvenida, nueva lectora. Recomiendo que leas la primera parte si no quieres spoilers ;) Sean nunca deja que nadie se siente en el asiento de acompañante. Cloé apenas sabe lo que significa la palabra "amigos". ...