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   Narra Thalia

¿Alguien podría explicarme qué pasa por la cabeza de esa mujer?

A la mañana me odiaba y a la noche casi me besa, ¿quién la entiende? Luego me venía a poner excusas

Y ahora teníamos que hacer viaje sombra con Nico di Angelo, lo cual no me emocionaba mucho. El viaje me revolvió el estómago más de lo que ya estaba, y hacía muchísimo frío.

Cuando llegamos a Charleston todavía no había amanecido, le habíamos dicho a Nico que nos deje lo más cerca posible de Battery y nos dejó en una estación de servicio que quedaba a pocos metros. Allí compramos ropa seca, unas frazadas y algo para comer. Nos quedamos sentadas en un banco de la estación de servicio, esperando que Anna y Jocelyn lleguen.

El silencio habría sido insoportable de no ser por el sonido de mi bolsa de Cheetos y los constantes estornudos de Reyna.

–No me siento bien–susurró.

Giré mi cabeza para mirarla, estaba envuelta en su frazada, se veía pálida y su cabello seguía mojado y con olor a agua de mar. Acerqué mi mano a su frente, como solía hacerlo mi madre cuando Jason o yo nos enfermábamos.

–Tienes mucha fiebre– me quité mi frazada y se la di a ella.–Toma.

–No, quédatela tú.

–No seas necia– dije, tirándole la frazada a la cabeza. –Deberías dormir un rato, yo montaré guardia.

–No tengo sueño.

Y volvió el silencio. La noche estaba preciosa, si no contabas el frío, las estrellas parecían más brillantes que de costumbre.

–¿Qué le pasó a tu madre?–La voz de Reyna era casi inaudible, pero inconfundible en mi mente.

–¿Qué?– traté de asimilar lo que me había dicho. –¿De qué estás hablando?

–Lo siento–dijo rápidamente. –Cuando dormías, al parecer tenías una pesadilla, y decías cosas sobre tu madre.

–Mierda–dije. –¿Me observas mientras duermo?

–¡No! Es que no podía dormir–contestó ella. –Olvídalo, la fiebre me está afectando.

–Tampoco es una historia muy larga, murió en un accidente de auto–intenté concentrarme, apenas tenía vagos recuerdos de ella. –Era alcohólica.

–Lo siento.

–Ya no me importa–admití, debí haberme callado, pero seguí hablando. –Pero me enojo al recordar lo mala madre que fue, yo siempre tenía que cuidar a Jason y...–decidí callarme, pues estaba al borde de las lágrimas.

Reyna volvió a recostarse sobre mi hombro, y yo no la aparté, me transmitía tranquilidad, me hacía sentir bien.

Nos besamos, mientras los primeros rayos de sol alumbraban y la luna se desvanecía en el cielo.

Y nada más que nosotras importó, no importaban los prejuicios ni los estándares sociales, no importaba nuestro pasado ni nuestro futuro, lo único real e importante éramos nosotras, era el calor de nuestros cuerpos y la sensación hermosa de nuestras manos unidas.

–Parece que la fiebre te está afectando–susurré al amanecer.

Cuando ella se despertó, yo también lo hice, bueno, la verdad es que estaba despierta desde hace rato, pero no me atreví a moverme, ella había dormido con la cabeza apoyada sobre mi hombro. Si fuese por mí me habría quedado allí para siempre, pero justo habían llegado nuestras compañeras.

"Compostura, pretora" FanFic TheynaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora