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Narra Thalia

Estaba entre la espada y la pared.

Por una parte estaba Reyna, dormida sobre mi pecho, tan tranquila que se me hacía imposible despertarla, tan hermosa que no podía dejar de mirarla, tan frágil que me daba miedo soltarla.

Y por el otro lado, estaban mi juramento de cazadora, que no tenía nada de tranquilo, o hermoso, o frágil.

La noche anterior, Artemisa misma vino a hablarme, por eso fue que me alejé de Reyna, por eso fue que la dejé sola y le pasó lo que le pasó.

Cuando la diosa comenzó a incriminarme, me sentí como una niña pequeña a la que la encontraban haciendo alguna travesura, me sentía culpable y avergonzada. No sabía cómo se había enterado la diosa sobre eso, no es que tuviésemos un censor en el culo que le avisaba cuando nos enamorábamos, alguien tenía que delatarte, o bien la diosa podía cacharte.

Pensé que Artemisa había venido a expulsarme de las cazadoras, pero me dio un largo sermón sobre mi irresponsabilidad, mi deslealtad y toda esa mierda. Me dijo que tenía que terminar con Reyna y no intentar nada con ella nunca más, o ya no tendría más oportunidades.

Seguro van a preguntarme "¿Qué tal la cárcel?" Regular, tampoco era una prisión, sólo estuve un par de horas en la celda de la estación. No encontré ninguna Alex Vause para entretenerme, así que fue un poco aburrido.

Pensaba cortar con Reyna a penas la viera, pero después de lo que había pasado, no fui capaz de hacerlo.

Al ver lo que le estaban haciendo, la rabia me subió como espuma, quería matarlos. Iba a matarlos, iba a golpearlos hasta dejasen de respirar, no necesité pensármelo dos veces, ellos se habían atrevido a hacerle daño.

Ella había tenido pesadillas toda la noche, se despertaba llorando y temblaba mientras dormía. Ninguna de nosotras había podido dormir bien, cada vez que ella se despertaba, yo también lo hacía, la abrazaba e intentaba calmarla. No soportaba verla así, ella no era así.

Y en algún momento, yo tendría que hacerle más daño.

Por más que quisiera a Reyna, no podía permitir que me expulsasen de las cazadoras, aquello había sido mi vida por muchos años. Era mi zona de confort, me había unido a la caza para escapar, para no tener que crecer, para poder evadir mi destino, y no estaba preparada para dejarlo.

Pensaba decírselo a la mañana, y no pude, ella por fin estaba un poco más calmada, y no lo quería arruinar. "Se lo diré de camino a la estación" me dije, tampoco lo hice. No iba a decírselo en el tren, no iba a armar una escena en medio de tanta gente.

En varias ocasiones, ella intentó besarme, y yo lo evadí, era muy difícil hacerlo, pero no tenía alternativa, si volvía a besarla no podría controlarme.

Luego de unas horas viajando en tren, llegamos a Roma, y ahí se lo dije.

No hacía tanto frío en Italia, pero aun así Reyna no se quitó mi campera, se aferraba a ella, debía sospechar que algo pasaba, no era tonta. Pude darme cuenta de que estaba ausente, parecía demasiado cansada, caminaba mirando al suelo, como si tratara de esconderse, yo había pensado que ella se quedaría asombrada por la ciudad, pero ni la miraba.

—¿Quieres ir algún lugar en específico?—Pregunté, sólo íbamos a quedarnos allí por un par de horas, hasta que salga nuestro vuelo.

—No—respondió—Vamos a donde tú quieras.

En otras circunstancias, habría sido un bonito paseo. Roma era una ciudad bellísima, aunque un poco confusa, como muchos callejones y sobre todo muchísima gente. En cada cuadra te encontrabas con algún edificio en ruinas o con una fuente esplendida, también había muchísimas estatuas, bastante parecidas a las de los griegos (ejem, romanos copiones, ejem)

"Compostura, pretora" FanFic TheynaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora