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Narra Thalia.

Por si con monstruos griegos no era suficiente, aquí tenían los suyos.

Nos dirigíamos a la salida del centro cultural, Anna nos explicó que acabábamos de salir de una exposición del museo, que antiguamente habían conductos subterráneos que conectaban importantes edificios de la ciudad, y qué una parte de ellos estaba abierta al público. Aunque no había mucha gente, de hecho, no había nadie, pero el lugar estaba abierto.

—¿En dónde estamos, exactamente?—preguntó Reyna.

—Santiago del Estero, Argentina—dijo Anna—Tafí del Valle queda en Tucumán, pero si vamos a la terminal y alcanzamos un colectivo llegaremos en pocas horas.

Salimos hacia una peatonal, me giré para admirar el edificio del que acababa de salir. La estructura era de color carmesí con blanca, con un estilo colonial de la época española, grandes balcones y entradas redondas, gracias Annabeth. Frente a nosotras había una plaza, y alrededor varios negocios.

No había nadie los cafés, y los negocios estaban cerrados, nadie transitaba las peatonales ni circulaban autos. El fuerte sol alumbraba todo, tenía que entrecerrar los ojos para poder mirar. El calor era insoportable así que me saqué la campero, pero me seguía sintiendo acalorada.

—¿Por qué no hay nadie?— interrogó Reyna.

—Deben ser las tres de la tarde aquí, así que están todos durmiendo la siesta—respondió Anna— Aquí no se trabaja de horario corrido.

—¿Toda la ciudad está durmiendo? pregunté, incrédula.

dijo Anna, como si hubiese tenido que responder a esa pregunta cientos de veces Hace tanto calor a esta hora que no hay nada mejor que hacer.

Tenía que admitir que me resultaba extraño, todo el mundo durmiendo, como una segunda noche. Creí que por lo menos nos toparíamos con alguna persona o que pasaría un auto, pero no ocurrió.

Anna nos guió hasta el centro de la plaza, donde había una gran fuente. Allí por lo menos los árboles nos cubrían del sol y no hacía tanto calor. Anna nos pidió que le diéramos tiempo para ubicarse, porque hace mucho que no estaba en la ciudad.

Anna nunca me contó nada sobre su ciudad de origen, la encontramos huyendo de un monstruo en Buenos Aires y le ofrecimos unirse a las cazadoras, y ella acepto de inmediato. No sabía nada sobre su familia o su pasado en esta ciudad, y tampoco se lo había preguntado para no incomodarla. Todos tenemos un pasado oscuro, yo fui un árbol, a lo mejor ella fue arbusto, no hay que juzgar.

Me senté en el borde de la fuente, gotas de agua me salpicaban, pero no me molestaba en absoluto. Sí, sabía que el agua podía estar sucia, pero no es que yo fuese muy limpia.

ThaliaAnna aclaró su garganta Tenemos que hablar, a solas.

Nos alejamos de la fuente, nos sentamos en unos de los bancos que quedaba a varios metros. No sé de que querrá hablar Anna, conociéndola, podía ser un asunto de vital importancia, o podía ser que Jimin se tiñó el pelo de rosa.

¿Cuánto más vas a seguir con esto?soltó Anna.

¿Con qué?pregunté, a la defensiva.

No te hagas la tonta, con ella. ¿Cuánto más va durar esa ridiculez?Aclaró. La fulminé con la mirada— No me mires así, sabes que no puedes hacer lo que estás haciendo.

¿Y vas a delatarme?Me sentía indignada, esperaba esto de cualquiera, menos de mi Anna

Nunca te traicionaría.Anna parecía dolida— Pero tarde o temprano, va a saberse, y te estarás en problemas.

"Compostura, pretora" FanFic TheynaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora