Capitulo15 {Ali, mi Ali}

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-Jake mate - dijo Pablo moviendo su rey.

-¡Pero no es justo! - Exclamé levantándome y señalando el tablero.

-¿Cómo que no? Te he ganado limpiamente.

-¡No es verdad! ¡ Has hecho que me distraiga! -Volví a gritar. Ambos sabíamos que era una pelea de mentira.

-¿Yo? ¡Si te has distraído tu sola!

-¡No, porque si me miras con esos ojos me disperso del juego! - Pablo rió ante mi escena de niña pequeña y yo me senté de nuevo en la pequeña silla blanca de madera, cruzándome de brazos.

Pablo se levantó de su silla blanca y me abrazó por la espalda, haciendo que mi enfado de mentira se me pasara enseguida.

Normalmente Pablo y yo jugábamos a infinidad de juegos de lógica y razonamiento, como me había aconsejado el médico.

-Anda vamos, vístete.

-¿A dónde vamos?

-Es una sorpresa, boba.

Asentí y subí a la habitación a cambiarme de ropa. Ya hacia buen tiempo, así que me puse unas medias negras y unos vaqueros cortos del que colgaban hilos rosas y una camiseta de tirantes larga. Hacía sol, por lo que me pude mi chaleco vaquero y mis gafas rojas. Me calcé mis converse vaqueras y cogí mi móvil.

No sabía muy bien a donde íbamos pero en menos de 10 minutos estábamos en un parque lleno de barcas en un gran lago. Nunca había estado allí, o por lo menos no lo recordaba.

-¿Vamos a montar en barca?

-Sí. ¿No te hace ilusión?

-Claro. Me encanta. -Sonreí y le miré a sus preciosos ojos, que se habían aclarado con los días, ahora eran grises.

Me cogió de la mano y nos acercamos a la taquilla de las barcas.

-Hola, buenas tardes. ¿Una barca? - Preguntó el joven de unos veinte años.

-Si, por favor.

Pablo pagó y el chico nos dio un ticket y nos explicó de cuanto tiempo disponíamos.

-Le entregan este ticket al hombre que hay al llegar al muelle. Disponen de 45 minutos. Por cierto, su novia, es muy guapa.

Me puse roja y sonreí tímidamente.

-Usted lo ha dicho, mi novia. - Respondió Pablo recalcando la palabra mi.

Nos acercamos al muelle y le dimos el ticket a un hombre canoso y mayor. Nos señaló una barca con el número 19, el día en el que Pablo y yo empezamos a salir, casualmente. Pablo subió primero y luego me ayudó a mi a subir. El hombre mayor desató la barca y Pablo empezó a remar suavemente. Unos minutos después estábamos en medio del lago, con algunos rayos de sol que se colaban entre los árboles del parque y algunas barcas a nuestro al rededor.

Paró de remar y ambos nos sentamos en medio de la barca.

-¿Se te han olvidado más cosas?

-No lo sé. No se de lo que me he olvidado.

-¿Te acuerdas del día que nos conocimos?

Pensé. Pensé con todas mis fuerzas pero no lo recordaba.

-No... - La cara de Pablo empezó a coger un color pálido y minutos después sonrió a la fuerza.

Mi enfermedad avanzaba a pasos agigantados sin yo ni si quiera notarlo.

Narra Pablo.

Entré en la sala donde el doctor Lozano me atendería. Era el médico de Ali, sin embargo, necesitaba hablar con él a solas.

-Adelante.- Me indicó abriendo la puerta de un golpe seco. Me senté y esperé a que el hablara.

-Ali está mal. Su enfermedad avanza muy rápido y tendrá que tener mucha paciencia. Alisson padece una rama de esa enfermedad en la que puede llegar a olvidar hasta como caminar. Puede que, de repente, olvide donde vive o como de llama.

-¿Qué puedo hacer?

-Mire, voy a ser sincero con usted, hay muchas posibilidades de que, por ejemplo ahora mismo, olvide todo, así de repente. Si de verdad quiere estar con Alisson, no la dejé sola. Ayúdela a llevar una vida normal. O simplemente hágala sentir especial, pero hágala sentir viva, recuérdele que la quiere constantemente. Su apoyo es fundamental.

-¿No hay ninguna clínica?

-No creemos que aquí en...

-¿No creen? No saben nada, voy a estar con Ali cueste lo que cueste, y voy a encontrar una clínica para mi novia. -Después de interrumpirle y decir mis últimas palabras salí de la consulta con un portazo.

La rabia me consumía por dentro, necesitaba darle un golpe a algo. Desahogarme, descargar la rabia, la furia. Y lo pagué con la primera papelera que vi en mi camino.

Pero yo le había prometido a Ali que nunca la abandonaría, y eso era lo que iba ha hacer, cumplir mi promesa. La noche empezaba a caer y antes de que se cerrarán las tiendas, decidí comprarle algo. Alisson, algo para que recordara siempre. Entré en una joyería aún con gran enfado.

-Buenas tardes, joven.- Dijo el hombre con bigote de la tienda.

-Buenas tardes. ¿ Podría grabar algo en un collar ahora mismo?

El señor mayor se percató de mi cara de cansancio y frustración y acepto.

-Con mucho gusto.

Elegí el collar, un pergamino extendido de oro. En un papel que me dio el hombre escribí lo que quería poner. Me costó encontrar las palabras adecuadas para expresarle a Ali que siempre la querría.

"Alisson, ese es tu precioso nombre. Nunca me olvides, te querré siempre. Pablo"

Me decidí por esa inscripción tras minutos de concentración. Llevaba el recordatorio de su nombre, para que nunca se le olvidara.

El hombre me lo grabó en el pergamino de oro y lo puso en una cadena de oro también, con un cierre de seguridad, a pesar de la hora. Ya eran las 9:30 y tenía que coger el metro hasta casa, tardaría media hora como poco.

Me despedí de aquel hombre tan amable, dejándole propina por las molestias.

Fui rápido hasta la boca del metro. Tenía pinta de que iba a llover.

Pasé mi ticket y bajé las escaleras para esperar al metro. Tardó diez minutos en llegar, me quedaba mucho camino hasta casa y estaba muy cansado. Suspiré. Estaba cansado de luchar, no podía solo, no podía. Todos los días tenía que planchar el precioso y largo pelo de Alisson, ya que si no ella se quemaba con la plancha sin querer. Solía tocarle canciones con la guitarra para que se durmiera y la tenía que ayudar con los deberes, porque cada vez le costaba más.

No quería perder a Ali. En el fondo, Ali seguía siendo la misma, sonreía todo el día, daba buenos consejos, tenía gusto para la decoración y la ropa, y era igual de graciosa. Pero a pesar de todo, la enfermedad seguía ahí, avanzando. Y tenía miedo de perder a Ali, a mi Ali. La Ali que me quería hasta los defectos y me alegraba los días, porque sabía perfectamente que algún día Ali se olvidaría de mi. Pero era Ali, y era mi Ali.

Nos vemos en la luna (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora