¡¡¡!!! Esta historia tiene temas sensibles no tratados de la manera en que deberían; entre ellos están: violación/dubcon, feminización de omegas varones, clasismo, asesinato, tortura, sumisión sistemática de los omegas a los alfas (pueden no ser los...
Capítulo con lemon. Es bajo su responsabilidad leer. Sean bienvenidas a un nuevo capítulo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Me quedé dormido en el avión. No supe cuándo llegamos a Rusia, ni sé por dónde pasamos antes de llegar. Suponía que hicimos un par de paradas. Yuri me removió cuando estuvimos ya en el aeropuerto.
—Katsudon, vamos, despierta...
—Mnh... —Abrí un ojo—. ¿Llegamos?
—Sí. Apúrate, que estamos tarde. —Miró su reloj—. Debíamos estar hace tres horas en la casa. Viktor me matará si nos atrasamos más... ¿Puedes moverte? Solo es hasta que bajemos, un auto vino por nosotros.
—Creo que sí... Solo necesitaré un poco de tu ayuda...
Él chasqueó la lengua.
—No te duermas, Katsudon.
Me ayudó a bajar, aunque estuve a punto de caerme como tres veces; me había vuelto más ligero en ese tiempo, así que no fue mucho problema para él. Uno de los subordinados de Viktor (que había visto antes ya) nos ayudó a subir al auto que nos llevaría a la casa.
—Estamos en Moscú —advirtió Yuri—. Nuestra sede principal está en San Petersburgo, pero Viktor está en la casa de la capital por hoy. Mañana en la noche regresamos a la principal.
Asentí, desganado.
—No tardaremos mucho, Katsudon. No te duermas.
Fueron veinte minutos, en los que pude haber dormido un poco. Había ocho horas de diferencia entre Detroit y Moscú, y era obvio que iba a ser afectado por el cambio de horario, aunque no de la manera que esperaba. Según yo, eran como las once de la noche en Detroit; los relojes de una de las tiendas que cruzamos decían que eran las 7 am.
El chofer se desvió de la calle principal para recorrer una menos transitada, y terminar enfrente de un enorme portón metálico, con un escudo un poco extraño, donde un par de espadas se cruzaban en una letra que, a mi parecer, era una «H». ¿No era la casa del Grupo Nikiforov? Apretó un botón y la reja se abrió, permitiéndonos adentrarnos en el enorme jardín principal.
Yuri le dijo algo al chofer en ruso, y este respondió con un «Da», para luego acelerar el auto. Llegamos rápido a lo que parecía la entrada de una enorme mansión de paredes blancas, con varios pilares del mismo color que me recordaban un poco a lo neoclásico. A pesar de estar en pleno invierno, la vegetación que rodeaba la mansión se veía, de alguna manera, viva, cubierta de nieve. Me dio una sensación bastante diferente de Detroit, y de Hasetsu.
Suspiré.
Yuri me ayudó a bajar del auto, el chofer dijo algo en ruso y se retiró. Suponía que mi equipaje estaría en algún otro lugar, o que lo bajarían después. No me importaba demasiado, lo único que podía pensar en ese instante era cuánto quería ver a Viktor, y todo lo que quería decirle.