¡¡¡!!! Esta historia tiene temas sensibles no tratados de la manera en que deberían; entre ellos están: violación/dubcon, feminización de omegas varones, clasismo, asesinato, tortura, sumisión sistemática de los omegas a los alfas (pueden no ser los...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Esa misma tarde, cuando ya habíamos terminado de comer, Viktor me acompañó a recoger mis maletas de la habitación que compartí con Phichit durante muchos años. Sus maletas ya no estaban cuando entramos, y ambas camas ya no tenían sábanas ni almohadas. No estaban sus pósters ni los míos, ni nuestra ropa o nuestras cosas.
Sentí algo de nostalgia al ver así el cuarto, y, sin poder aguantarlo, me puse a llorar como un niño pequeño, siendo apresado por los brazos de mi Alfa, quien soltaba feromonas para que me tranquilizara. Mi hijo pateó firmemente, como si supiera que algo andaba mal conmigo.
—Shh, ya está, ya está —murmuró, meciéndome suavemente.
Sorbí mi nariz una última vez. Ya me había despedido de Phichit por ese día, y lo único que restaba era irme al hotel con Viktor. Pasaría ahí la noche, y nos iríamos el lunes por la mañana. Era sábado por la tarde, así que teníamos tiempo.
Iván nos ayudó a subir las maletas en el auto, y camino al lugar donde Viktor mandaría mis cosas a San Petersburgo, excepto un par de maletas, se emprendió. Mi Alfa siguió consolándome, dejándome llorar. Estaba feliz, pero estaba triste. Contento, melancólico, asustado, pero lleno de valor.
Era bastante contradictorio.
Una vez que Viktor se aseguró de enviar mis cosas a Rusia, fuimos directo a su hotel. Yuri, Otabek y los otros subordinados de Viktor se encontraban ahí. Mientras bajábamos del auto (yo con ayuda de Iván), Viktor recibió una llamada. Al ver el celular, bufó.
—¿Qué ocurre?
—Es Yakov —dijo—. Está furioso porque no volveré a Rusia enseguida.
Sonreí.
—Bueno, contesta. Yo iré a la habitación. Estoy exhausto.
—Sí.
Fui escoltado por Yuri y Otabek. Iván se quedó con Viktor, al igual que los otros dos chicos. La chica de recepción me reconoció enseguida, así que no tuve que pasar por lo mismo que la primera noche que conocí a Viktor. Recordar cómo nos habíamos conocido a ese punto era bastante nostálgico para mí. No quería ponerme a llorar de nuevo. Mirando hacia mi abdomen, me sentí bastante afortunado por eso.
Apenas llegué a la habitación fui directo a tomar un baño. La ceremonia de graduación, los trámites para finalizar mi estadía en América, la celebración con mis amigos y finalmente ir a dejar mi equipaje que iba a Rusia fue agotador para mí. Después de lavarme bien el cuerpo (como estaba acostumbrado en Japón) me metí al jacuzzi que la suite de Viktor poseía. Las burbujas con esencia a lavanda me relajaban, y el masaje de la enorme tina era reconfortante para mi cansada espalda.
Viktor había dicho que nuestro último día en Detroit debía ser memorable. El clima estaba bastante bien, así que yo le había pedido salir en una cita. Tendríamos que irnos temprano el lunes, así que quería aprovechar todo lo posible. Además, el lunes estaría hecho un mar de lágrimas por despedirme de Phichit. Él se quedaría otra semana en Detroit arreglando algunas cosas y luego se iría con Seung Gil a San Diego, luego a Los Ángeles.