||Closer to you|| [AU Omegaverse] Victuuri - SIN EDICIÓN. Terminada

||Capítulo diecinueve||

Minami llamó en la madrugada a Jamie en su habitación.

Cuando el castaño abrió y encontró al japonés abrazado a su almohada, llorando a mares y temblando de una manera bastante violenta, no lo pensó dos veces antes de meterlo a su habitación, cerrar la puerta con llave y buscar en el cajón de su cómoda una pequeña arma que Phichit le había prestado unos meses atrás.

Miró al japonés, quien seguía aferrado a la almohada, y se acercó a él. Minami vio de reojo el arma, pero no dijo nada. Habían pasado ya tres días desde que se suponía que Yuuri iba a regresar de Rusia, y hasta ahora ni él ni Phichit se habían comunicado con él.

—¿Qué ocurrió? —preguntó Jamie.

Minami sollozó y se pasó la manga de su adorable pijama azul por el ojo derecho. Tenía miedo, mucho miedo. No había encontrado a Guang Hong tampoco, así que lo más lógico para él fue ir con Jamie, ya que su senpai no había regresado de su viaje con su esposo. Se sentía desprotegido y, de alguna manera, entendía muy bien lo que estaba pasando.

—Yo... Lo siento, siento la intromisión —murmuró, su voz pastosa. A Jamie le rompía un poco el corazón verlo así, incluso si no conocía del todo al adorable kohai de Yuuri.

Tomó de las mejillas a Minami para que éste lo mirara, podía ver en sus ojos cafés que algo no estaba bien, y sabía que hasta le costaba trabajo decir algo. Las precauciones que había tomado al meter al chico en su cuarto eran algo que tenía la costumbre de hacer, por advertencia tanto de Yuuri como de Phichit, pero supo que esa vez había obrado bien.

Alguien llamó a su puerta.

—¡Abran la puerta! ¡Sabemos que el japonés está ahí!

Minami se sobresaltó, reconociendo aquella voz. Inconscientemente, Jamie se puso delante de él. No tenía idea de lo que estaba ocurriendo, pero ya que Minami parecía saber de qué se trataba todo eso, lo mejor era protegerse. A él y al chico.

—¡Jamie, abre la puerta! ¡Rápido!

El moreno frunció el ceño y se alejó un par de pasos del rubio, quien tembló y se aferró a la ropa del otro. Jamie suspiró y caminó hasta la puerta.

—¿Quién está ahí? —preguntó con voz calmada.

—Somos Borya, Grisha, Maddie, Kirill, Rita y yo. Sabes que no le haremos daño al chico, abre, es urgente.

Esa voz, aunque no era familiar para Minami, sí lo era para Jamie, quien asintió y abrió con cuidado la puerta, posicionándose a él y al otro detrás de la misma, solo por si acaso. Su arma apuntando hacia al frente, donde un chico de cabellos grises entraba rápidamente a la habitación.

Minami soltó un pequeño grito.

—¡Jamie! —gritó Leah Bradley, ingresando detrás del de cabello gris. Miró de reojo al japonés y suspiró, luego les hizo una seña a los otros chicos, quienes asintieron.