15. Un rayo de sol

44 4 0
                                    

(Vera)

Durante las dos semanas de vacaciones, me la pase estudiando e intentando recordar.

Y no, mi mamá no me había dado la dirección de mi departamento ni sabía dónde escondía las llaves. Sospeche que ella también me ocultaba cosas.

El primer fin de semana, Mauricio me llamó para invitarme a salir y acepte.

Quedamos de vernos en el centro comercial, así que hice que mi mamá me llevara

—Me llama si necesitas algo pequeña— me dijo y asentí, me sobreprotegía mucho últimamente, camine a la cafetería del centro comercial y Mauricio ya estaba ahí, se levantó al verme y me ayudo a sentarme

—Me alegra que hayas aceptado venir— me dijo y sonreí

—Creo que te lo debo, fui la culpable del accidente — dije y él se rio

—Dicen que las cosas pasan por algo y gracias a eso, tu apareciste en mi camino. No puedo quejarme por eso—me dijo y sentí sonrojarme. Creo que las chicas tenían razón, afortunadamente, la camarera llego a tomarla orden, yo ordene un frappe de oreo y un brownie. Decidí cambiar de tema comencé a hacer preguntas acerca del accidente, de algún lado tenía que obtener respuestas.

Y bueno, creo que quede igual o peor que antes.

Me contó que no fue totalmente mi culpa, que él venía un poco distraído y no vio que acelere, el grito por ayuda, ya que al intentar salir de su auto, vio que su pierna estaba prensada, alguien llamo a la ambulancia y de ahí, todo paso muy rápido, obviamente, yo fui llevada a urgencias ya que el auto de Mauricio golpeo del lado que yo estaba, tuve una lesión en el cuello, en mi pierna (donde tenía aun la piel rosada) y varios moretones, dijeron que fue un milagro que siguiera viva. Después de que el peligro paso, me pasaron a terapia intensiva y Amanda también era su enfermera, así fue como se iba enterando de mi estado hasta que lo dieron de alta y fue a visitarme un par de veces.

—Y fue cuando me enamore de ti— dijo cuándo término de contar la historia, yo no sabía que decirle, primero Leonardo y ahora Mauricio

—Mau... Yo... Yo no sé qué decir — él sonrió

—No digas nada, yo sé que es muy precipitado que te diga esto, apenas llevamos un par de semanas de conocernos, pero yo te quiero— cerré los ojos y el acaricio mi mejilla con el dorso de su mano y se acercó a mí

—Desde que te vi, en aquella cama de hospital, dormida, algo me atrajo a ti, la paz con la que parecías estar, tu tierno rostro... El destino nos juntó Vera— dijo y de repente me beso, su beso fue tierno, nada comparado con el de Leonardo.

Y no sentí nada.

Me separe de el —No puedo— le dije y el cerro los ojos

—Yo voy a esperar por una oportunidad— dijo y me aleje un poco de él

—No, no lo hagas... No sé cuánto tiempo tenga que pasar para que yo recupere lo que fui, no puedo estar en una relación sin saber aún que paso en dos años conmigo, sin saber quién fui o que paso. No puedo hacerte esperar por algo que no sé si tenga futuro — saque un billete de mi cartera y lo deje sobre la mesa, no podía seguir aquí

—Gracias por invitarme a salir, pero tengo que irme — dije y salí del lugar, lo escuche llamarme pero me eche a correr, no quería verlo, no quería saber nada, no quería llamar a mamá o mis amigas, solo quería un rato conmigo misma, sentir paz en mi interior.

Fui al parque que estaba cerca, me senté en uno de los columpios y cerré mis ojos

—Quiero respuestas dios mío— susurre y sentí las lágrimas caer por mis mejillas

—Quiero respuestas por favor—.

Tierno pecado. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora