28. Amor sin maquillaje

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(Vera)

Te amé, te di mi amor sin maquillaje

Amor que más que amor fue, devoción

A cambio recibí el limpio ultraje

Que le hiciste a mi amante corazón.

Íbamos en March azul, mi mamá me lo había devuelto y estábamos de camino a mi nuevo departamento, habíamos vendido el anterior y ahora me estaba mudando a la CDMX, en la radio se escuchaba esa canción de Joan Sebastián, se llamaba "Amor sin Maquillaje"

Llegamos a nuestro destino y mi mama me ayudo con las maletas, los muebles ya estaban adentro, hoy iniciaba mi nueva vida.

Lejos de todos, lejos de... el.

Leo y yo habíamos terminado por mutuo acuerdo, así que si, iniciaría desde 0.

Mi mamá se quedó ese día y al día siguiente, se regresó a Hidalgo. Pase el fin de semana desempacando y el lunes inicie mis prácticas.

El Pujol, era todo lo que me esperaba, la gerente me llevo con el chef Enrique Olvera y el me ubico en el área de repostería, comenzaron enseñándome el movimiento de la cocina, las áreas y todo el funcionamiento,

Todo era bastante genial.

Me hice amiga de Melisa, la jefa de repostería, ella tenía 4 años más que yo y era soltera en busca de novio, le conté que andábamos en la misma situación, solo que yo no quería relaciones, le tome confianza muy rápido y le conté mi historia completa con Iker Montenegro, así como ella a mí, me conto que se iba a casar y el novio la engaño con su prima.

¡Hombres! Todos son iguales...

Salíamos varias veces de antro, era divertido. Obvio, no abusaba del alcohol. Y así pasaron rápido los seis meses de mi estancia.

Amaba mi profesión.

•••

Mi vida era muy buena ahora, estaba en el restaurante que quería, mis practicas ya estaban liberadas y ahora ya me habían ofrecido quedarme a trabajar, obviamente acepte, porque el ambiente en el Pujol, era bueno, la mayoría de las veces.

Yadi ocasionalmente venía a visitarme y se quedaba una semana, mi mamá también.

Mis compañeros me llamaban, todos ya igual estaban trabajando, unos en negocios propios y otros en restaurantes u hoteles.

Pero con lo que respectaba a mi vida amorosa, no había dejado a nadie entrar después de Iker, Leonardo no llego a mi corazón.

Ni siquiera a Samuel, el chico que era mi vecino, él era muy guapo, piel clara, cabello negro, ojos color claro, muy bonitos ojos.

Varias veces me había invitado a salir, pero no me había animado, siempre buscaba excusas para no salir con él, sinceramente, aún tenía miedo de volver a salir lastimada, me costó mucho trabajo salir sola de esa depresión, pues solo Yadi sabia y bueno... no quería pasar por algo similar.

Tal vez exageraba, pero en verdad, metí mis sentimientos en la misma caja que los recuerdos de Iker y los guardé bajo llave.

Ya estaba superando todo ese asunto, aquí, en el restaurante de mis sueños, haciendo lo que amaba.

No podía pedir más.

Tierno pecado. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora