Capítulo 11

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Cerré mis piernas y apreté las rodillas una contra otra cuando el vibrador entró por completo; la presión que sentía en mi interior, el leve dolor y el movimiento de de la esfera, hacían la combinación perfecta para el placer.

Nunca me imaginé que se sintiera tan bien en ese lugar y mucho menos que Carlos sería el que me lo mostrara.

Carlos se rió levemente.

-Se siente bien ¿no?

-Si...

Comenzó a soltarme lentamente hasta dejarme acostada en la cama; su mano se fue en busca del lazo y el vibrador delgado.

Se acercó a mi y tapó mis ojos con el lazo.

-Creo que ya viste mucho.

-Pero...- me cayó con sus labios.

-Tranquila.

Después de cubrirle los ojos, tomé el vibrador, lo puse sobre su clítoris y en cuanto lo encendí, Ale saltó por la vibración.

Su gritos, sus reacciones, la forma en la que la había aprisionado y el cómo se veía su pequeño y bien formado cuerpo, me exitaba demasiado, no iba a aguantar mucho más.

Deslicé hacia abajo el vibrador entre sus labios vaginales hasta llegar a su entrada y lo introduje con suavidad.

Ale se tensó.

-Relájate amor - le susurré al oído, ella asintió e hizo lo que le ordené.

-Así está mejor.

Saqué un poco el aparato y lo volví a meter una un otra vez.

Ahogué sus gemidos con mis labios, nuestras lenguas se enredaban y el beso se iba intensificando cada vez mas.

Sin avisar,  Ale se alejó de mí; ella se mordía el labio y respiraba ajitada, su cuerpo se volvió a tensar.

Ya lo sentía, el orgasmo estaba cerca; el rose en mi interior, las vibraciones y Carlos encima mío,  no podía pedir mas, comencé a tensarme esperando el orgasmo, ya faltaba poco.

-¡O-otra vez! Me.. me.. ven...

Ya estaba a nada cuando Carlos sacó de golpe el vibrador de mí.

-No hermosa, la próxima que te vengas será conmigo.

-¡Aghhh!- me quejé- ¡q-qué cru-e-el!- dije tartamudeando.

-¡Jaja! No comas ansias pequeña- dijo y pasó su dedo por toda mi vagina haciendo que arqueara mi espalda; apenas iba a desatar un gran gemido, Carlos unió nuestros labios, dejó caer su cuerpo suavemente sobre mi y se recargó en sus codos para no aplastarme,  siguió con el beso, de una manera sumamente tierna, como si quisiera calmarme un poco después de lo mucho que me encendió.

Al moverse un poco, sentí su dureza contra mi muslo, se era palpitante y caliente.

Cómo resistirmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora