Capítulo 18

353 25 2
                                    

Quedé con el corazón a mil y respiraba agitada, sin mencionar que Carlos me aplastaba haciendo que me costara un poco más aspirar el oxígeno.

Salió de mí y se quitó de en sima, quedando de costado sobre la cama a mi lado, despegué la cara del colchón para verlo y me estaba mirando con una sonrisa de oreja a oreja, no pude evitar hacer lo mismo.

-No estuvo nada mal ¿verdad?- empezó a acariciar mi espalda con la punta se sus dedos dulcemente.

-No, para nada- le respondí agachando la cabeza,  su roce me hacía cosquillas.

Estiró el brazo y me jaló para abrazarme como oso. Su calor corporal me daba tranquilidad y confianza; su respiración pegaba en mi cabello y comenzamos a tranquilizarnos.

Acariciaba mi brazo con el pulgar mientras besaba mi cabeza.

Me sentía sucia,  con tantos fluidos esparcidos en mi cuerpo, estábamos bañados en sudor, mi entrepierna empapada por tanta excitación y el condón seguía dentro, pero ni siquiera eso arruinaba el momento.

Entonces, Carlos habló:

-¿Quieres ducharte? Creo te hice sudar demasiado- terminó la frase algo apenado.

-Si, pero sólo si me ayudas.

-Vale, recoge tu ropa y yo voy por unas toallas.

-Ok.

Primero se levantó Carlos y tendió su mano para ayudarme a hacer lo mismo,  la tomé y al levantarme sentí el condón  resbalándose hasta que por fin cayó al piso, ambos nos agachamos al darnos cuenta y mi cara tomó color al ver que el semen de Carlos se estaba saliendo y ensuciando en piso.

-Je.... olvidé que se había quedado ahí- lo recogió y siguió su camino como si nada hubiera pasado.

Respiré hondo y me dí a la tarea de buscar mi ropa, pude localizar todo a los lados de la cama a excepción de mis bragas, dónde habrán caído estas cosas.

Recogí lo que ya había encontrado y lo puse en la esquina de la cama para agacharme a buscar lo que faltaba, gateé al rededor de la base de la cama sin éxito,  así que me incliné más para ver bajo ésta, miré a ambos lados y nada; estaba a punto de levantarme cuando sentí una nalgada de una mano conocida, seguida de una risa igual de familiar.

-¿Qué estás haciendo amor? En esa posición,  cualquiera se ve apetecible.

- Qué gracioso, es que no encuentro mis bragas ¿dónde las dejaste? Ayúdame, tú fuiste el que las perdió.

-¿Yo?- dijo fingiendo inocencia y poniendo la mano en el pecho.

-Sí, tú- le contesté acusadora y apuntándolo con el dedo índice de la mano izquierda.

-Yo sería incapaz de tal cosa, las perdiste sóla, siempre estas perdiendo todo- se burló.

- Hablo en serio Carlos, ayúdame, no puedo andar sin nada.

-Pues ahora estas sin ellas y te ves muy bien- dijo mirándome.

Lo fulminé con la mirada y darse cuenta, se rió.

-Está bien, ya voy, ya voy- dijo con las manos levantadas como en son se paz .

Buscamos todo al rededor de la cama y debajo una vez mas, entre las cobijas y mis bragas seguían perdidas.

-No están, ya olvídalas- al parecer ya había perdido la paciencia.

Se dirigió a su armario y abrió el cajón que al parecer era el se su ropa interior y después de revolverla bastante, sacó algo y vino hacia mí;

Cómo resistirmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora