Capítulo VI: Cuarto Año

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— ¡Dragones! ¡Serán dragones! ______, ¿qué es lo que haré? —su amigo se llevó sus manos a su cabello y lo jaló.

— Harry habla más bajo —susurró Hartland acomodando libros en la Biblioteca—. ¿Tienes un plan?

Potter negó con la cabeza, llevaba una torre de libros en ambas manos ayudando a su amiga. La chica recorría el pasillo central y observando en que estantería iba cada libro.

— El profesor Moody me recomendó que hiciera algo en lo que fuera bueno.

— ¿Y es difícil buscar algo, Harry? —sonrió con sorna _______.

Acabaron de acomodar los libros, Harry estaba vestido y listo para la primera prueba. La chica lo tomó de las manos y suspiró.

— Probablemente estoy más nerviosa que tú, pero yo confió que estarás bien. Eres Harry Potter.

— Eso no garantiza nada —apartó el agarre de Hartland para caminar por los pasillos de Hogwarts—. Además no soy cómo tú o cómo Hermione, esa es la gran diferencia.

— ¡Por Rowena! Harry —lo tomó de los hombros— usa tu varita y lanza todos los hechizos en abecedario si quieres.

______ le pasó un pequeño pergamino con todos los hechizos y movimientos de muñeca. Ella le guiño el ojo con complicidad y se cruzó de brazos sintiéndose orgullosa y tramposa a la vez.

— Espero que te sirva, Harry, ahora vete, llegarás tarde. Estudia los hechizos.

Su amigo la tomó de las mejillas, la sonrisa de Harry era ancha y enseñaba todos sus dientes realmente contento, se acercó a ella y le dejó un sonoro beso en la frente como agradecimiento y la dejó ahí en medio del pasillo para poder llegar a su destino.

— Suerte —susurró bajito ______.

Escondió sus manos en la túnica de su uniforme, tarareó una canción muggle que había escuchada hace mucho tiempo cuando Hermione la invitó a su casa en el verano del año pasado. Se tomó su tiempo para poder admirar las pinturas que se movían.

— Buenos días madam. —la pintura de un caballero la saludaba inclinándose exageradamente.

— Buenas días, señor Santiago —inclinó la cabeza y llevó una mano hacia atrás y la otra en su estómago en una reverencia con cortesía y siguió su camino.

Todos parecían estar en el campo de Quidditch para apreciar la primera prueba. Aún faltaba bastante tiempo así que aprovecharía ella para cambiarse de ropa e ir a ver a Harry ganar y callarle la boca a todos.

— ¿No crees que tu San Potter tiene mucha confianza?

— No creo... ojalá la tuviera y así no estaría tan nervioso.

Malfoy le siguió el paso, las largas zancadas disminuyeron para poder estar al nivel de la caminata de Hartland. Ella levantó la vista inspeccionando su rostro –más que nada un reflejo constante para averiguar lo que pasó en la torre de Astronomía–, sus ojos tintineaban aún con la poca iluminación que había en la zona.

— ¿No irás al campo de Quidditch, Draco? —se llevó sus manos a los bolsillos de su túnica tímida.

— Quizá.

La muchacha fruncio el ceño, se encogió de hombros internamente y su mirada se dirigió al pasillo que se perdía entre el horizonte del castillo. Aún sintiendo la presencia de Draco en su hombro, y con el perfume que parecía hacerlo más encantador, se perdió en su esencia. El chico parecía cargar un "no se qué", que hasta ella la más inteligente de Hogwarts –según todos– estaba cayendo.

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