Capítulo XIII

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_______ temblaba levemente, la hoja donde la letra permanecía intacta y vieja de su difunta madre la dejó sin habla y con la mente en blanco, procesando aquellas frases que parecían poco probable real; ¡pero vamos! Era el mundo mágico, claro que eso podía pasar. Algunas gotas saladas cayeron esparciendo la tinta de las letras deformando estás, las lágrimas resbalaran por todas las frustraciones que estaba viviendo.

- Mamá -hablo en un hilo de voz- yo te necesito.

De seguro su madre ya sabía que eso diría, así que Hartland estaba completamente segura de que su madre lo sabia o se enteró antes de morir. La hoja la dejo a su lado, y como su madre había dicho, algunas cosas más estaban en el sobre; era un par de fotos acomodadas al fondo del sobre, las sacó con cuidado.

En blanco y negro, había reconocido a su madre cargando a un niño como de un año y cacho, contrastaba con la foto el cabello clarísimo que tenía ese bebé y los ojos enormes y brillantes dandole el tono grisáceo que se podía, era Draco Malfoy moviendo sus piernas al vacío que tenía al ser cargado por la madre de _______, y del otro lado, una joven señora esbelta y con el pelo lacio hacia atrás cargaba a la reconoció como ella misma.

Abrió los ojos, ellos estaban juntos en una misma foto, ambas mamás se miraban mutuamente con una sonrisita entre sus labios, ella de bebé miraba hacia el cielo y enseñando las encías, mientras que Draco, mencionado ya antes movia sus piernas distraídamente. Paso a la otra foto.

"¡Por la hija de Rowena!"

Alarmada pero soltando una risita vio a Draco y ella vestidos como un Colacuerno Húngaro, esto si que era material exclusivo de su madre. Ambos miraban la cámara confundidos y tambaleándose. Ese par de fotos las atesorará por el resto de su vida.

Se levantó de su cama, tomo la carta de su madre y camino por el pasillo hasta llegar de nuevo al despacho de su padre. Y de nueva cuenta abrió las puertas, encontrándose con todo el clan Hartland, Dumbledore y Harry, todos quedaron en silencio al ver a la chica entrar con una sonrisa ensanchada cuando hace media hora tenía un ataque conmocionada.

- ¿Todo esta bien, hija? -apesadumbrado su padre se acerco a ella.

- Puedo pedirte un favor, ¿me das el libro Cuentos Cuentos Talandrin? -la chica puso el peso en las puntas de sus pies.

Su papá confundido asintió, y con su varita mágica busco el libro que apareció ante los ojos de ______, lo tomó con ambas manos y a pesar de que era un libro grueso se sentía demasiado liviano. Abrió el libro y encontró la razón del porque pesaba tan poco, en medio de las hojas donde supuestamente debía de estar el texto había sido arrancado de una forma cuadrada dejando al libro como un estilo de cofre cubierto por tapas y una orilla de hojas con dos pequeños frascos que volaban en el reducido espacio dos tiritas de plata en el fondo del cofre.

- Son pensamientos -susurra su padre sintiéndose idiota por no darse cuenta de eso nunca.

- Son de mamá -dijo _______ quien los tomo con cuidado.

El señor Hartland le dió puntos a su difunta esposa, ella sabía que en un millón de años él tocaría aquel libro con un título ridículo.

______ se acerco al pensadero, los frasquitos estaban enumerados asi que por lógica coloco el número uno vertiendo con cuidado al objeto mágico. La chica tomó los bordes del pensadero, respiro profundamente, y antes de arrepentirse se lanzo, cayendo.

Estaba en la Mansión Hartland, veía todo desde el campo, camino para adentrarse a lo que era la antigua vivencia de esa mansión. Había unas cosas diferentes, como por ejemplo el pasillo que se encontraba pelón sin ninguna foto suya o de sus hermanos. Caminó un poco más. Los muebles habían sido intercalados y el color de las paredes era de un café claro -el actual era de un azulado en diferentes tonalidades-.

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