Capítulo XX

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Se removió un poco, la cama estaba fría y el calor corporal que tenía no le era suficiente para mantenerse caliente, se abrazo a una de las dos almohadas que poseía, había conseguido dormir después de semanas de insomnio, quería seguir pegada a las sábanas y colchón, hoy era el inicio al clases, un nuevo ciclo avecinaba a Hogwarts y todo el mundo mágico. No había sido el mejor verano del mundo, pero al menos había echo un nuevo amigo, Abeforth Dumbledore, al principio solo la había mantenido lejos de su vida, y no le agradaba mucho al viejo tener que también alimentar a un lobo que estaba detrás de ella todo el tiempo, pero al poco tiempo Abeforth se mostró más accesible.

Se sentó, con los pies colgando en la cama, la habitación era tan sencilla y cómoda que ______ había decidido no tocar mucho aquel lugar, decidida bostezo y asusto el sueño estirándose, al pie de la cama llevaba bien doblado y listo su uniforme. En una de las esquinas de la habitación se encontraba el lobo enrollado sobre si durmiendo aún, _______ arrastró sus pies a la bañera junto con su ropa. Cuando salio ya estaba completamente lista para un nuevo curso.

— Buenos días, viejo —sonrió ______, quien se inclinaba hacía el lobo y acariciaba detrás de la oreja del animal quien abrió su ojos azul noche.

— Buenos días, lanlan.

— ¿Descansaste?

— No más que tú —susurro mientras se paraba y bostezaba enseñando todos sus colmillos.

— Cuando estas conmigo duermo mejor —atisbo con sinceridad _______.

El lobo suspiro, se hacía llamar Greg, una variación del nombre del color gris del cual estaba hecho su pelaje, tenía años de vida muy largos y era bastante serio, aunque con _______ le había agarrado un extremo cariño y a veces se comportaba muy juguetón con ella.

Salieron juntos de la habitación, Abeforth estaba alistando la mesa para el desayuno mientras preparaba panes tostados.

— Buenos días, señor Dumbledore —pronunció _______ ayudándolo a acomodar los platos.

— Hola, abuelo malhumorado.

— Cállate pulgoso mágico —reclamó el mago de edad avanzada— Buenos días, _______, ¿dormiste esta vez?

Negó con la cabeza _______, tomó su asiento viendo como Abeforth servía la ración de comida.

— Estuvo hablando toda la noche —se quejo Greg.

— ¿En serio? —abrió los ojos como platos— Lo siento, Greg, muchísimo.

— Dejalo, se lo merece por romper en pedazos mi almohada.

— Para que me lanzabas agua helada como si fuese un perro cualquiera. ¡Te recuerdo Dumbledore que soy un guardián mágico, de la primera orden de protección para la magia, no un perro chucho! —gruño Greg inflando el pecho.

— ¡Basta Greg! No ofendas así al señor Dumbledore, nos da alojó.

— Pero, pero lanlan —bufo con sus fosas nasales infladas de aire.

Abeforth sonrió ladeado, continuaron desayunando en silencio por petición de _______, todos ayudaron a limpiar la pequeña casa de Abeforth, la casa era fría y un poco triste. La primera vez que llegó ahí había tomado su maleta y con ayuda de Greg la empujaron hasta el pueblo de Hogsmeade, delante de ellos estaba Severus Snape con su andar extraño e intimidante, cuando pararon de caminar se vieron en frente de una casa descolorida y muy convencional, con cortinas grises y hasta un vidrio roto.

Greg con su cuerpo rodeo a ______ por pura mera protección, y Severus se quedó esperando ahí en silencio hasta que con trabajo se abrió la puerta de madera que rechino como un gato que era torturado desde la cola. El señor con cabello gris apareció un poco sorprendido, se le había olvidado por completo que _______ Hartland se quedaría con él. La muchacha se mostró agradecida por dejarla quedarse con él por un tiempo el sol evadió el tema dejándola entrar y cerrando la puerta con un portazo. Así fue como la recibió.

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