Capítulo XXVI

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Estaba sentada en la orilla de la cama, esa ropa que llevaba puesta comenzaba a apestar pues ya tenía más de tres días. Ella no podía hacer nada más que caminar alrededor del cuarto, al menos era amplio, la habían mantenido cerrada bajo llave en esa habitación desde que llegó ahí, y sus comidas era de tan pocas porciones que ella misma se aseguraba haber perdido bastante peso, no hablaba con nadie que entrara por aquella puerta mágica, no tenía ánimos: se sentía muy sola y las almohadas de aquella cama no servían como soporte de su vital necesidad. Nunca lloraba por las noches a pesar de lo asustada que estaba de saber que quizá mañana ya no estaría ahí.

Le habían llevado el periódico El Profeta uno de esos días, ahí se dió cuenta de que todo el mundo mágico estaba preocupada por ella, se le veía a ella con una sonrisa moviendo un poco el rostro y hombros compartiendo parte de la portada con Harry y su padre, quienes parecían afligidos por su secuestro aclarando a la prensa de El Profeta que ambos moverian mar, cielo y tierra para encontrarla. También se había declarado oficial por el mismísimo Ministro de Magia, Cornelius Fudge, que El-que-no-debe-de-ser-nombrado regresó de las tinieblas para volver a retomar el tiempo perdido de hace más de trece años.

La habitación tenía una puerta de vidrios que daba hacía una alcoba, también se mantenía con seguro, pero con su poca suerte tenía unas dos ventanas que podía abrir para sentir al menos aire fresco. Había pasado horas viendo la extensión del pasto que se perdía en unas colinas solo para matar el tiempo, y ahí estaba justamente recargada en la pared con la cabeza estirada para poder ver por el paisaje de la ventana, probablemente seria medio día trató de calcular ella con la altura del sol, se emocionó cuando alcanzo a ver un pájaro rojizo cruzar aquel cielo para esconderse en uno de los árboles, sonrió con sus labios secos provocando magulladuras que le sacaron sangre, se limpió el líquido con la tela de su túnica.

Decidió alejarse de la ventana para ahora sentarse en la silla envejecida, recostó su cabeza en el respaldo alto, tenía muchísima hambre en ese momento, se imaginó que quizá ahorita estuviera todo el colegio de Hogwarts en el Gran Comedor pues, comiendo un sin fin de delicias. Su estómago rugió quejándose de todos esos platos relucientes de comida que la mente de _______ proyectaba. Ahora se levantó de la silla y se fue a la cama tirándose a está de boca abajo apretando sus manos contra su vientre intentando apaciguar el hambre, cerró los ojos hasta que su respiración se hizo lenta y profunda. Se había dormido.

Para cuando despertó, el plato con su comida estaba en el suelo cerca de la puerta, cuando se acercó apresurada a el, esté ya se había enfriado haciendo que la sopa de verduras fuera pegajosa, al menos el vaso de agua regresaría sus labios y garganta, ¿tanto había dormido? Quien sabe, había una porción de pan que si ella hubiera estado despierta cuando le trajeron la bandeja con su comida tal vez estaría caliente, resoplo cuando mastico la dureza del pan. Al menos por ahora ya no molestaría su estómago cuando finalizó de comer todo. Observó la bandeja de plata, la estaban matando de aburrimiento, esa clase de tortura​ si que servía pues empezaba a ponerse nerviosa y hasta podría decirse que empezaba a alucinar.

Le golpeo en la cabeza un dolor intenso, se llevo la mano a donde provenía y sintió aquella herida que se había hecho al llegar a la mansión, seguia abierta lo cual preocupaba mucho a _______, usaría magia si tan solo la habitación no tuviera un hechizo contra magia. Volvió acostarse en la alfombra mirando al techo blanco uniforme, extendió sus brazos soltando el aire por la boca. Aun percibía el dolor de cabeza y la herida palpitaba.

Y la noche cayó, _______ seguía acostada en la alfombra moviendo las palmas de sus​ manos sobre el pelaje de color vino tinto, la rejilla de la puerta de abajo filtraba la luz del pasillo dandole un poco de alumbramiento al cuarto, aunque no funcionaba del todo era algo. Al menos de algo estaba segura, no tardarían en traerle una bandeja con comida. Estaba asustada, por dentro, quería llorar hasta que las lágrimas fueran mentales porque las físicas se acabaron. Tomo aliento tragándose la angustia, no se daría el gusto de llorar ahí en ese lugar.

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