CAPÍTULO 0

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Dejó caer todo el peso de su cabeza en su mano izquierda y comenzó a golpetear con los dedos de su extremidad derecha el mármol de la encimera en un ritmo propio, todo esto mientras esperaba su pedido con la vista perdida en uno de los feos cuadros que decoraba esa pequeña tienda nocturna de comida rápida, la cual, para su buena suerte, funcionaba las veinticuatro horas del día y le servía para alimentarse y tomarse un diminuto descanso de los estudios de la universidad. Estar encerrado en la biblioteca o en su habitación ya lo estaba estresando demasiado como para poder soportar el tener otra comida en uno de esos dos lugares. Necesitaba algo de aire, y salir a comer era la excusa perfecta para un tomar una relajante caminata nocturna.

Hizo una mueca cuando su vista viajo al chico que preparaba su orden, encontrándose con una gran hamburguesa que se veía jodidamente deliciosa y que logró que su estómago rugiera furioso. Se humedeció los labios con lentitud, imaginando, en un acto completamente masoquista e inconsciente, el sabor que esta y las demás cosas que pidió, tendrían.

— Aquí está su orden.

La muchacha terminó de colocar las servilletas en la bandeja y la deslizó hacia HoSeok, sacándole una brillante sonrisa de emoción.

— Muchas gracias.

— Que lo disfrute — fue su respuesta, inclinándose en una reverencia para seguido, sumergirse nuevamente en la conversación que estaba teniendo con su compañero de turno.

El lugar estaba casi desolado, por lo que se pudo tomar el privilegio de sentarse en donde se le viniera en gana. Lo primero que hizo tras sentarse, fue enfocarse en su hamburguesa y darle una gran mordida que le sacó una exclamación de aprobación ante su tan buen sabor.

Comió con lentitud, sumergido en sus propios pensamientos y planeando en silencio el cómo continuaría esa tarea de literatura que le estaba derritiendo los sesos desde hace ya, varios días. Lo había pospuesto por mucho tiempo debido a que no se le ocurría nada interesante para plasmar en esas hojas, pero, ahora, el reloj corría en su contra y debía apresurarse si no deseaba tener una mala calificación que perjudicaría su excelente promedio y que, por supuesto, haría que su padre le soltara tremendo sermón por no ser capaz de llevar a cabo un trabajo tan simple.

¡Dios! El solo pensar en la simpleza de toda esa tarea y en lo difícil que se le estaba haciendo el completarla, le daban ganas de reírse de sí mismo.

¿Qué tipo de trabajo era?

Sencillo: narrar una historia en un máximo de cinco páginas y un mínimo de tres. Y como solía ser común en HoSeok, complicó las cosas él solito.

Jung no deseaba escribir cualquier historia o inventarse algo. Él quería escribir una historia única y brillante que hiciera preguntarse a los lectores «¿esto de verdad paso?» y, además, deseaba que esta estuviera basada en la realidad. Su propia realidad; en la que, tristemente, lo más adrenalínico que vivía de vez en cuando era cuando corría por llegar a la hora correcta a una de sus clases.

Sí, su vida era condenadamente aburrida ante los ojos de cualquiera... Y los propios.

Un pesado suspiro escapó de entre sus gruesos labios al recordar aquello.

«Tal vez debería darme por vencido y escribir sobre...»

— ¿Me das de tus papas?

— ¡¿Ah?!

Alzó la mirada algo exaltado por la inesperada voz que lo sacó de sus cavilaciones. Su mandíbula inferior cayó levemente y sus ojos se abrieron con considerable sorpresa y consternación al ver a una muchacha de cuclillas encima de la mesa, abrazando sus piernas y dejando que su mentón reposara tranquilamente en sus rodillas mientras lo observaba fijamente.

La chica poseía unos grandes y profundos ojos pardos adornados por largas pestañas que lo hicieron sentir expuesto y lo incomodaron como nunca antes. Sus facciones eran delicadas y su piel trigueña clara hacía resaltar muy bien la linda tonalidad rosa que poseían sus delgados labios. Tenía una nariz pequeña, cejas tupidas y un cabello color azabache que le llegaba un poco más abajo de los hombros de una forma desordenada.

— ¿Me das de tus papas? — repitió, señalando con el mentón la porción de papas fritas que se hallaba sobre la bandeja de plástico.

— Hum... Cla- claro — respondió, con el entrecejo fruncido y sin poder evitar tartamudear.

Con una expresión vacía, sacó una papa y la movió frente a sus ojos antes de llevársela a la boca y comérsela de un solo mordisco, haciendo un ruido infantil en el proceso. Masticó lentamente con la boca cerrada sin romper el contacto visual con HoSeok y, tras terminar, se relamió los labios quitando la sal que pudo haber quedado en ellos.

— Gracias.

Se colocó de pie bajo la atenta mirada del chico y, de un salto, descendió de la mesa.

— Adiós— se despidió, formando el signo de paz con los dedos sin voltearse.

Abandonó el local sin siquiera esperar una respuesta por parte del moreno, quien se quedó ahí sentando, observando a través de los ventanales del local como ella cruzaba la calle y se alejaba a paso calmado.

Mordió su labio inferior e inclinó su cabeza al lado derecho, analizando lo sucedido ahora que se encontraba a solas. Lo extraño de la situación le hizo dejar escapar una pequeña risa nasal. Negó con la cabeza para seguido volver a concentrarse en su comida, sin poder ser capaz de quitarse esa verdosa mirada de la cabeza.

— Pero... que rara es — dijo, tomando una papa y llevándosela a la boca. Imitando, sin darse cuenta de ello, a la chica. 

WEIRD » JUNG HOSEOK ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora