CAPÍTULO 1

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De manera automática, se detuvo a un lado del semáforo que marcaba en rojo para los peatones. Exhaló un poco de aire caliento viendo como este, al hacer contacto con las bajas temperaturas tras salir de su boca, se convertía rápidamente en vaho y escondió su nariz dentro de su bufanda azul. Cansado, se fijó en la hora en su móvil para cerciorarse de que llegaba a tiempo a la primera clase de la universidad y regresó su mirada aburrida al otro lado de la vereda, la cual no estaba tan concurrida como durante las tardes.

Por el rabillo del ojo, vio cómo una figura más pequeña que él pasaba por su lado, cruzando la calle sin siquiera darse el tiempo de mirar a ambos lados como lo haría cualquiera con algo de sentido común. Simplemente, se lanzó a la calle con la posible idea de que el Kia rio cinco que se acercaba, debía detenerse solo por estar cruzando. Aunque solo fue capaz de observar su espalda y cabello cayendo libremente sobre esta, pudo reconocerla tras unos segundos. Todo gracias a que no había pasado tanto tiempo desde su primer encuentro.

Por inercia y para protegerse a sí mismo de presenciar una escena que lo podría traumar de por vida, cerró sus parpados con fuerza y los abrió tan pronto como el sonido de la bocina del vehículo, se coló por sus oídos haciendo que un pequeño espasmo azotara su cuerpo. Vio el brusco frenazo que dio el auto y su corazón se contrajo con tanta fuerza dentro de su pecho que le arrebató el aire ante la posibilidad de que las cosas hubieran terminado mal. La adrenalina se disparó por sus venas, su ritmo cardíaco se elevó por las nubes y su mandíbula por poco dio contra el piso, al ver lo despreocupada que se mostró la joven al seguir caminando con tranquilidad. Sin voltearse a ver en ningún en momento e ignorando, olímpicamente, los insultos que vociferó el chófer, irritado por el suceso e indiferencia de la muchacha.

Los comentarios de los otros peatones que lo rodeaban no se hicieron esperar, cuestionando no solo la salud mental de la muchacha, sino que también la crianza de esta al hacer algo tan imprudente.

La chica llegó al otro lado y el semáforo dio verde a los peatones. Le tomó tan solo unos milisegundos recobrarse de su propio susto y, cuando lo hizo, corrió tras ella, sosteniendo con fuerza la correa de su propia mochila para que esta no se le cayera en la carrera por alcanzarla.

— ¡¿Acaso estás loca?! — interrogó escandalizado al llegar a su lado, importándole poco no conocerla.

No sabía por qué lo hacía, pero tenía la necesidad de recriminarle un acto tan peligroso e imprudente. No eran amigos, familiares... Ni siquiera estaba seguro de si podría considerarla una conocida, porque no la conocía en lo absoluto. Pero ver la manera en que despreció su propia vida arriesgándose de esa forma, le despertó un sentimiento que podría apodar como el del "héroe" por querer hacerla entrar en razón y que no lo vuelva a hacer.

Sin inmutarse por el chillido de HoSeok, la chica le dio una mirada de soslayo y para luego regresarla al frente. Se quitó el Lollipop de color morado de su boca, haciéndole creer a HoSeok que le diría algo, pero este solo se terminó desilusionando cuando simplemente pasó saliva, relamió sus labios y volvió a echarse el dulce dentro de la boca, ignorándolo a él y su pregunta.

— ¡Podrías haber muerto! ¡¿Acaso no te importa?! — insistió, recibiendo la misma respuesta que antes: silencio.

Su entrecejo se frunció en molestia y suspiró, dándose cuenta que hablar con ella era lo mismo que hablar con una muralla. Parecía que no podría llegar a obtener respuesta de su parte y, continuar gastando saliva, ya no le apetecía. Guardó sus manos al interior de los bolsillos de su chaqueta y ocultó nuevamente parte de su rostro en la bufanda que compró hace tan solo unas semanas, rindiéndose.

En silencio, agradeció que su madre le comprara aquella chaqueta tan abrigadora para la temporada y, nuevamente, volteó a ver a la chica junto a él, curioso de saber lo que ella llevaba dado que no se había fijado antes. Un escalofrío le recorrió el cuerpo al ver que solo calzaba un polerón algo más grande que ella de color gris, unos jeans rasgados negros y unas zapatillas con las que, estaba seguro, que debía tener los pies helados. A diferencia de él, que utilizaba unos botines timberland que impedían que el frío se colara al interior.

WEIRD » JUNG HOSEOK ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora