Nueve.

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Es sorprendente que Harry aceptara mostrarme como luce la tentadora prenda de ropa que tengo en mis manos. Más sorprendente aún, el hecho de que me trajera a su habitación para hacerlo.

Será una jodida tortura verlo usando eso y no poder tocarlo. Pero valdrá la pena. Lo sé.

—Siéntate aquí —empuja mis hombros con suavidad, obligándome a sentarme en el borde de la cama.

—¿Voy a tener un desfile privado? —lo molesto un poco, para calmar sus nervios evidentes.

Sus manos tiemblan ligeramente y su respiración es acelerada.

—No tienes tanta suerte, Tomlinson —ríe antes de caminar a su baño, dejándome solo en su habitación.

Es la segunda vez que estoy aquí y la primera no tuve mucho tiempo para observarla con atención.

Lo que más resalta de esta, es que las paredes se encuentran cubiertas de fotografías.

Muy buenas fotografías.

Harry de verdad se toma en serio su pasatiempo.

—¿Louis? —me llama Harry, asomando su cabeza por la puerta, sin mostrarme el resto de su cuerpo.

—¿Qué pasa? ¿Necesitas ayuda con la cremallera?

—Que gracioso eres —bufa y rueda los ojos—. Necesito que prometas que no te reirás.

¿Reírme? ¿Acaso está loco? El simple vistazo de una fotografía me hizo tener pensamientos nada inocentes, ahora verlo en vivo y en directo, me hará venirme en mis pantalones como un jodido adolescente.

—No me reiré, lo prometo —aseguro y Harry suspira.

Entonces, la puerta se abre y yo tengo que aferrarme al cobertor de la cama, para evitar ir por él.

Se acerca a mí, de manera tentativa y no puedo apartar mis ojos de él.

Harry se encuentra en forma, pero sin resultar exagerado y un rastro fino de vello cubre su pecho y sus abdominales, terminando en la cinturilla de su ropa interior, creando un  delicioso camino hacia el tesoro.

Mis manos pican por tocarle, pero logro contenerme.

—Date la vuelta —mi voz sale en una orden. Harry levanta una ceja e inmediatamente me corrijo— ¿Podrías darte la vuelta, por favor?

—Mucho mejor —asiente antes de lentamente darse la vuelta, dejando a la vista su pequeño trasero cubierto con la lencería rosa.

Es mi perdición.

—¿Usas eso todo el tiempo? —mi voz sale ronca incluso para mis propios oídos.

—Es la primera vez que uso una de éstas, en realidad —Harry me mira por encima de su hombro antes de darme un guiño.

aquiver ; larry stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora