Veintiocho.

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—¡Hasta mañana, Tori! —me despido animadamente de mi jefe, quien ha estado toda la jornada quejándose acerca de como nunca más beberá alcohol.

Algo que había dicho la semana pasada. Y la anterior a esa. Sin embargo, seguía dejando que Alena—la beta que tiene por pareja—, la arrastrara por todas las discotecas y bares de Edimburgo.

Cabe destacar, que la resistencia al alcohol de la alfa es casi nula y al día siguiente a una noche de juerga, siempre tiene una terrible resaca.

Justo como sucede en este momento.

—Vete a la mierda con tu buen humor —brama, abriendo la décima botella con agua del día.

Su resaca debe ser lo suficientemente dura, para tenerla de tan mal humor.

—No entiendo como te dejas convencer de Alena, sabiendo lo mal que te deja el alcohol —la reprendo, buscando en el botiquín por un par de aspirinas extras, las cuales parece necesitar demasiado en ese momento.

—Ella me tiene. Es así de simple.

—Entiendo —asiento, tendiéndole las píldoras—. ¿Segura que no necesitas nada más?

Tori prácticamente las arranca de mi mano y las traga de inmediato, bebiendo una generosa cantidad de agua para ayudarlas a bajar.

—No. Ya vete, antes de que tu alfa vuelva a tratarme de esclavista —bufa, recordando la advertencia de Louis y yo pongo los ojos en blanco.

Alfas.

—Louis solo bromeaba.

—De cualquier forma, no creo que sea bueno para tu cachorro que te sobre esfuerces demasiado —dice, un poco menos irritada y esa es mi señal para salir.

—Mejor me voy, antes de que empieces a tratarme como si fuera a romperme —ajusto la correa de mi mochila en mi hombro,

—Si, si. Como sea —descarta mis palabras con un gesto desdeñoso de su mano.

Okay, nada de charla entonces.

—Nos vemos mañana —me despido, viendo como cubre sus ojos con ambas manos y deja salir un quejido.

La jaqueca debía estar matándola.

—Si sobrevivo a esta jodida resaca, seguro lo haremos —farfulla y yo salgo, haciendo la menor cantidad de ruido posible, para no perturbarla más.

Reviso mi móvil, en mi camino fuero del estudio, a la espera de un mensaje de Louis, pero nada aparece en las notificaciones.

Y es entonces, cuando lo siento.

Tan distraído como estaba, debido a que mi atención había estado puesta en la pantalla de mi móvil, no me percato de la figura que se cierne sobre mí, hasta que es demasiado tarde.

aquiver ; larry stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora