Diecisiete. (Parte 2)

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Cada celo es más doloroso que el anterior

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Cada celo es más doloroso que el anterior. Y mi cuerpo empieza a pasar factura por tratar de reprimir mis necesidades.

Mi centro se encuentra empapado debido al lubricante con el que mi interior se prepara para recibir a mi alfa.

La sensación de vacío se hace cada vez más insoportable y sé que todos en el auto pueden sentir mi desesperación.

La tensión en los hombros de Louis hace evidente lo obvio.

Después de las turbulencias, no tuvimos más tiempo a solas en el avión, lo que significó un aumento desmesurado en mi necesidad por Louis.

Un gemido de necesidad escapa de mis labios antes de que pueda detenerlo y Louis gruñe en respuesta. Es una clara orden para que ninguno de los acompañantes en el auto reaccionen ante mi llamado.

—Harry —habla con esa voz de barítono, propia de su naturaleza de alfa—. Espera un poco. Ya estamos cerca del hotel.

Desato el cinturón de seguridad y antes de darme cuenta de lo que estoy haciendo, salto en el regazo de Louis, tomándolo por completamente desprevenido.

Mi nariz roza su cuello, dejando que su familiar aroma calme un poco mi ansiedad.

Esta vez tiene un efecto contrario. La necesidad aumenta al sentir su olor y solo quiero que rasgue mi ropa y se funda en mi interior con la misma desesperación que siento.

—Duele... —me quejo, sintiendo como una de las manos de Louis viaja a mi cintura, dejando leves caricias encima de esta.

Es un gesto de innegable posesividad que no me molesta en absoluto.

—Detén el auto —ordena, haciendo que el chofer, cuyo nombre no me molesté en aprender pise el freno de golpe.

Por suerte el agarre de Louis me mantuvo en mi lugar, evitando que mi espalda se estrellara contra el asiento del conductor.

—¿Señor? —cuestiona el hombre en el asiento del copiloto, luciendo confundido por la orden de Louis.

Él es un beta, que no tiene idea de lo que está pasando.

—Bajen. Ahora. Y no vuelvan hasta que yo lo ordene —Louis suelta su propio cinturón de seguridad y los hombres no tardan en obedecer su orden.

El auto se encuentra estacionado frente a lo que parece ser un edificio de apartamentos, pero mi atención rápidamente se dispersa cuando una de las manos de Louis viaja al botón de mis pantalones.

aquiver ; larry stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora