Una necesidad sentimental.

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Caminaban uno al lado del otro, hablando de cualquier trivialidad que les venía a la mente.

— Tienes suerte de que entremos a la misma hora. —dijo Jinx empujando a Ekko con la cadera.

— Es lindo. —le respondió.

Jinx lo miró de reojo.

— Sí, un día de estos te obligaré a saltarnos las clases e iremos todo el día a... —se acercó y le susurró el final de la frase al oído, provocando que Ekko comenzara a enrojecer sus mejillas y caminar extrañamente.

— ¡N-No digas esas cosas aquí! —le dijo avergonzado, bajando la voz y mirando de manera discreta los alrededores.

— Quieres que las diga en otro lado, ¿eh? Pequeño pervertido. —respondió reanudando el paso.

Hablaron con ánimos hasta que Ekko llegó a su salón, se despidió con un gesto en la mano y Jinx le respondió con una sonrisa juguetona.

Siguió caminando por el pasillo, tenía la esperanza de encontrarse con Taliyah e ir juntas al salón. Giró a la izquierda, siguió recto y tuvo una extraña sensación de incomodidad, se giró con sospecha, pero no se imaginó que el problema estaba justo adelante.

Frenó en seco al ver a la jefa del consejo estudiantil salir de la puerta de adelante, sosteniendo papeles y con aquel extravagante sombrero decorando su cabeza.

Sé miraron unos instantes y la chica le sonrió. Jinx rodó los ojos con desagrado, no quería tener ningún tipo de interacción con ella, y menos a esa hora del día.

— Buenos días, Jinx. —saludó cordialmente Caitlyn, aún con una linda sonrisa dibujada en su rostro.

— Eran buenos hasta hace unos segundos. —le respondió de forma grosera, intentando darle a entender que no quería mantener una charla.

Caitlyn rió levemente ante la respuesta de la peliazul.

Era raro ver a Caitlyn sin su compañera/pareja, pero de verdad agradecía haberla encontrado sin compañía, aunque de igual manera resultaba desagradable. Solía evitar a toda costa estar cerca de ella, llegando incluso a no comer en las horas libres porque ellas se encontraban en la cafetería.

— ¿Acaso mi presencia no mejoró tu día? —le cuestionó juguetona.

— No, de hecho lo empeoró. Creí haberlo dejado claro ya. —se cruzó de brazos de forma infantil

Caitlyn bufó con una expresión melancólica.

— ¿De verdad aún sigues molesta conmigo? —preguntó la castaña, tocando hilos delicados con la pregunta.— Ya pasó un año, Jinx. Debemos dejar que las cosas pasen...

— ¡No estoy molesta con nadie! —gritó Jinx de forma violenta, interrumpiéndola.— ¡Deja de suponer cosas de mí! —añadió con rabia.

Caitlyn intentó acercarse en un gesto de arreglar la situación, pero Jinx retrocedió a la par. La miró con odio, se alejó aún más y regresó por dónde había venido, dejando a Caitlyn sola.

Su paso era acelerado, apretaba sus puños tan fuerte que, sin darse cuenta, clavó sus uñas en sus palmas.

Iría a su cuarto, no le importaban en lo más mínimo las clases. Se quedaría ahí el resto del día, golpeando la pared en un intento desesperado de alejar la rabia, tal y como había hecho tantas veces en el pasado. Caminaba tan rápido que en cuestión de un par de minutos se encontraba de nuevo delante de su habitación. Sacó su llave y, de forma tosca, la metió en la cerradura, girándola con brusquedad. Abrió la puerta de un empujón y la cerró de un portazo. Arrojó sus cosas en la cama y, con todas sus fuerzas, dio el primer puñetazo a la pared, haciendo retumbar la habitación.

Mi nueva vida escolar. (Jinx X Ekko - League of legends)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora