Capitulo quince.

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Anclas.

Horas después Maryse pidió a todos juntarse en la biblioteca. "Diez minutos", había dicho de forma seria, " y llamen a Alec".

Así que los jóvenes cazadores se fueron a sus respectivas habitaciones, lavaron sus rostros y cambiaron la ropa llena de lágrimas y sangre. Diez exactos minutos después entraron a la biblioteca como todo un escuadrón, ahí se encontraron con Maryse acompañada por un hombre en traje, alto, moreno, y al parecer Nefilim ya que algunas runas sobresalen por los bordes de su ropa.

-Buenas noches- Saludó con pesar el hombre- Mi nombre es Francisco Bloodhound, soy un representante de La Clave... Lo siento pero les tengo malas noticias.

Todos miraron a Maryse quien articulo "no tengo idea". Volvieron la mirada a Francisco.

-No sabemos quién o porqué pero, el Sr. Inquisidor apareció hoy en el hospital de Alacante mediante un portal. Lo torturaron, está gravemente herido pero es atendido por los hermanos silenciosos en este momento.- Explicó.

Jace soltó un bufido. Bloodhound lo miro confundido.

-Son asuntos familiares- Habló Maryse rápidamente.

-¿Fueron ustedes?- Preguntó el hombre desconcertado.

-Si. - Jace se veía incluso orgulloso.

-¿Puedo saber el motivo?- Preguntó intentando entender.

Todos y cada uno de los presentes a su alrededor le miraron con furia, los cazadores de sombras casi nunca tienen miedo pero si saben generarlo y la mirada de los Lightwood ahora era digna de medallas.

-Bien- Francisco se movió nervioso hasta la puerta y agarrado del pestillo volvió a hablar -Sepan que no estará ahí por mucho y que cuando vuelva su puesto de inquisidor estará en sus manos el presentar cargos o no. - El hombre abrió la puerta y se fue.

Tres semanas después, como había dicho Bloodhound, fueron notificados de que Robert ya estaba totalmente recuperado y volvería al trabajo. Nadie quería hablar con él pero desgraciadamente debían hacerlo si querían recuperar a Magnus. Maryse había movido algunos de sus contactos en La Clave para retrasar la llegada de Max. Si no podían mantener un ambiente estable menos podían traer a un niño. Alexander lo visitaba día a día y tenía permiso para llevarlo en el momento en el que se sintiera listo. Asi que ahi estaba, caminando por los pasillos del Gard en busca de su padre. Clary, quien lo había acompañado por si acaso cualquiera de los dos se alteraba, lo seguía de cerca con mirada preocupada. Al llegar a la puerta de la oficina, Alec quedó congelado. No quería encontrarse con la misma escena que su madre vivió hace unos días. Golpeó y espero. Robert abrió.

-¿Podemos pasar? Necesito hablar contigo.- Dijo el ojiazul de manera fría.

Robert se adentro en la habitación sin contestar pero dejando la puerta abierta, se sentó en silencio detrás de un gran escritorio de cerval y les invitó con una ademan de manos a sentarse en las otras dos sillas que habían. Clary cerró la puerta y al igual que Alec se sentó.

-Si quieres saber si presentaré cargos, no, no lo haré, se que a pesar de todo me lo merecía. Hacer un trato con un demonio mayor no es correcto ni aunque sea por el bien de nuestros hijos. Lo entiendo.

-Quiero saber cómo traer a Magnus de nuevo.- Respondió directo, quería irse lo antes posible.

-Ah... Lamentablemente no puedo ayudar en eso. El trato era borrarlo de nuestras vidas, de tu vida. No hacer lo contrario. Nunca me dijo cómo romper el hechizo, a decir verdad, nunca me dijo bien lo que iba a hacer. Aunque mencionó algo de unas anclas, no sé qué sean, pero sé que las quería lo más lejos posible.

Al llegar al instituto Alec fue directo hacia su cuarto a dormir, quería ver a Magnus, quería averiguar cómo deshacer todo de una vez por todas. Clary se encargó de contarle a los demás que no habían descubierto prácticamente nada. Al despertar de su siesta Alec fue a la cocina, era casi la hora de la cena así que seguro todos estaban ahí.

-Hola. Hablé con Magnus....- Dijo desanimado sentándose -Él dice que mi ancla puede ser cualquier cosa pero al parecer él cree que está en su casa.

-¿Porqué?- Preguntó Jace probando el tuco.

-Por que hay un cajón, mi cajón de hecho, no lo puede abrir de ninguna manera así que es muy probable que esté ahí pero también es probable que solo yo pueda abrirlo.

-Pero tú no puedes ir. La última vez casi te mata.- Se apuró a decir Isabelle preocupada, su hermano solía hacer muchas estupideces cuando trataba de salvar a sus seres queridos.

-Lo sé, llamaré a Cat. Ella, Ragnor y Tessa dijeron que investigarian, veré si descubrieron algo, algún hechizo que sirva o...

-Espera.... Creo que eso no será necesario- Clary habló mirando fijamente su plato vacío, quieta. Al salir de su ensoñación, tomó la mano de Alec y lo arrastró a la puerta. Nadie dudó al seguirla, tenían bastante experiencia juntos como para desconfiar a estas alturas. Casi media hora después se encontraban en la puerta del gran edificio de ladrillos. Clary se acercó a Alec con la estela en mano, subió la manga del polo que llevaba y comenzó a trazar. Cuando terminó, Alec salió disparado hacia el último piso, al loft de magnus y no paró hasta que estuvo en el centro de la sala.

Alexander POV

Estaba en el centro de la sala, tan conocido y extraño a la vez, podía sentir a Magnus mirándome fijamente desde la isla de la cocina, la puerta del cuarto a mi derecha se abrió y recordé a qué venía. Me acerqué al lado derecho de la cama y abrí el cajón de la mesita de noche. Habían varias cosas; un polo azul marino, viejo y desgastado, mi anillo familiar, una daga corta, un libro, mentas y envolturas de dulces.

Isabelle y Jace me miraron confundidos, ninguna de esas cosas parecía ser mi ancla, el libro era relativamente nuevo, el anillo no lo había usado en dos años y la daga era una de un montón. El polo no era ni mínimamente significativo.

-¿Qué es eso?- Escuché a Simón, apuntaba a una cosa pequeña de metal que estaba entre los envoltorios de caramelos. Al ver lo que era Isabelle y Jace me sonrieron. Un dije de plata, un arco con una flecha que parecía estar a punto de ser lanzada.

-Es el dije que me dieron las hermanas de hierro cuando nací.- Le respondí.

-¿Eso es importante?- Cuestionó el diurno desde la puerta.

-Si. Es parte de una tradición- Comenzó Jace- Al nacer un niño Nefilim los hermanos silenciosos lo bendicen con el fin de que no sean poseídos, las hermanas de hierro en cambio forjan un dije de plata que es bendecido por un ángel en particular. Se supone que lo tienes que llevar siempre por qué te da protección.

-Wow. ¿Porque nunca me entero de esas cosas? ¿Y los de ustedes, los he visto alguna vez?- Preguntó Simon.

-Son algo muy personal, se supone que solo lo muestres a las personas de confianza.- Respondió Isabelle.

-Si los viste, solo no sabías que eran.- Le informo su mejor amiga.

Una bola de pelos se coló entre sus pies y robó su atención antes de que pudiera agregar algo más. PresidenteMiau caminó elegantemente hasta la cama, se subió en ella y se me quedó viendo a los ojos. Agradecí internamente que ese gato tuviese esa extraña y muy eficaz manera de comunicarse y por pura intuición coloqué el dije en su collar.

Magnus POV

Estaba mirando a mi ángel desde la puerta, se veía tan lindo recordando cuando era pequeño, puso el dije en el collar de Presidente y todos cayeron al suelo. Me altere, de verdad me altere, salté uno a uno los cuerpos de Simon, Clary, Isabelle y Jace. Por feo que sonara en este momento solo me importaba Alexander. Use mi magia para devolverle la energía y cuando abrió sus ojos solté un pequeño suspiro, me relajé casi al instante en el que nuestras miradas se encontraron, todavía no estaba seguro si me veía, si todo había terminado pero sus labios tocaron los míos y pude volver a respirar, sentí su añoranza, su alivio. Su amor.

Buscando Un Amor Olvidado. CorregidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora