Capitulo diecisiete.

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Brujo sexi.

Alexander POV

Meses, meses sin ver a mi brujito, a mi demonio favorito. Todos lo notaron, yo no quería ni podía soltarlo. Llevábamos más de una hora abrazados, dándonos besos fugaces, llorando sin decir nada. No era necesario. Izzy y Jace fueron los primeros en despertar, luego Clary y Simón. No pude evitar reír al ver a Jace, el mejor guerrero Nefilim, el último del linaje Herondale y reconocido en cada mundo como "El guerrero de los mil apellidos", llorando como bebé.

Al despertar todos corrieron a abrazar a Magnus, pero yo no me despegué de él en ningún momento. Simplemente no podía. Temía soltarlo y que volviera a desaparecer, una parte de mi temía que se desvaneciera incluso entre mis brazos.

Tres portales se abrieron, obligándonos a separarnos para establecer una guardia. Uno en el clóset de Magnus, otro en la cocina y otro en la puerta principal. La ventana se rompió y Magnus se vio envuelto en un nuevo abrazo. Ragnor, Tessa, Catarina y Raphael fueron los causantes del gran alboroto.

-¡Ragnor, por fin sales del clóset!- Bromeó Magnus a carcajadas.

No suelo ser egoísta pero ellos tienen toda la eternidad con él y yo apenas lo recupere así que lo bese, lo bese con ansias, con suficiente pasión como para incomodar a un pelotón y no lo solté hasta que escuche a Cat susurrar "-Los dejaremos solos-" y la puerta al cerrarse.

Autora POV

Cuando la habitación quedó casi vacía, los corazones se escucharon en increíble sincronía. Casi haciendo música. Magnus y Alec se aferraron con desesperación, con temor latente por perderse nuevamente. Rara vez era el Nefilim quien tomaba la iniciativa pero era necesario admitir que cuando lo hacía era ÉPICO, esta no sería la excepción, Magnus enredó sus enjoyadas manos en el sedoso pelo de Alec mientras este se movía con agilidad sobre su cuerpo quedando a horcajadas sobre sus piernas. Se separaron maldiciendo en voz baja. Disfrutando aquel momento tan íntimo que tanto necesitaban.

-Deben estar esperando- Comentó Alec dando un casto beso en los labios de su brujo, para luego tomarlo de la mano y salir de la habitación.

Todo había vuelto, las armas y libros de Alec estaban en su lugar, las paredes volvían a estar decoradas con sus recuerdos. Los Nefilims estaban pululando en la sala, los brujos molestando a los Nefilims, el vampiro y el diurno miraban apartados desde un rincón. Magnus sonrió al darse cuenta de que por muy raro que fuera todo aquello, a él le encantaba, le hacía sentir extrañamente completo, feliz.

Magnus POV

Al ver tan conmovedora imagen me volví a sentir lleno, di un ligero apretón a la mano que aun sostenía de Alec y me dirigí a mis milenarios amigos, abrí un portal llamando su atención.

-Bueno, no es por echarlos, pero creo que deberían irse.- Comente mirando a Ragnor, amaba como la cara de mi amigo se deformaba cada vez que lo echaba de mi casa con "malas intenciones".

Isabelle me miró pícara y levantó su dedo acusadoramente, dispuesta a protestar. Jace lo notó de inmediato e intervino tomándola por los hombros, empujándola directo al portal.

-Gracias. Hablaremos luego.- Jace me sorprendió con la seriedad de sus palabras, dado que él no suele agradecer, más aún porque no tenía porque hacerlo.- Ah... Y asegúrate de que mi Parabatai no quede paralítico de por vida.- Agregó en tono burlón con su mejor sonrisa de galán.

Autora POV.

Magnus giró sobre sí mismo para quedar de frente con su amado, a tan solo unos pocos centímetros, riò con malicia y lo beso. Poco a poco bajo de la mandíbula al cuello de su Nefilim. El ojiazul empezó a caminar hacia atrás, arrastrando consigo al brujo, cuidando no romper el beso hasta llegar a la puerta donde ya ninguno tenía camisa, los collares y anillos de Magnus literalmente habían desaparecido por arte de magia, al igual que sus zapatos. Alexander empujó bruscamente a Magnus, acostándose en la espaciosa y mullida cama para luego prácticamente tirarse encima, quedando nuevamente a horcajadas sobre él. Los besos y caricias viajaban por cada centímetro de sus pieles. Lentamente Alec le quitó el pantalón a Magnus, de manera tortuosa, el brujo sintió un tirón en su miembro al pensar en tener a su niño penetrandole, aceleró el ritmo de los acontecimientos, robandole los suyos de un solo tirón, ahora solo los separaba la fina tela de los molestos boxers, cosa que el asiático no espero para remover de sus cuerpos. Alec estiró su brazo derecho a la mesita de luz y agarró un botecito de lubricante que esparció en sus dedos para comenzar a preparar a Magnus.

Y así la noche siguió entre caricias, besos, mordidas y confesiones de amor.

Buscando Un Amor Olvidado. CorregidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora