Capitulo once.

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Maryse.

La azabache mayor prácticamente corría por los pasillos del Gard en busca de su ex-esposo. Al llegar a la oficina del inquisidor y abrir la puerta su ira incrementó notablemente, Robert estaba besuqueandose con una flacucha evidentemente más joven. Hizo lo que pudo por aguantar las ganas de vomitar y llorar, tomó a la rubia del cabello y la lanzó con increíble fuerza fuera de la oficina, cerró la puerta y tomó a Robert por la solapa del saco.

-¡Cómo demonios te atreves!- Le gritó ella.

-¡Maryse cálmate! ¿Qué te pasa? Sabes que nosotros ya no...

-¡Eso no idiota! Lo que le hiciste a nuestros hijos, no tiene perdón. Alec está destrozado... ¿No te bastó con no hablarle durante años?

Robert se alteró inmediatamente ¿Maryse lo había descubierto? ¿Quién más lo sabía?

-¿De qué hablas?- Logró decir en medio del asombro.

-¡¿Sos idiota?! ¡Pelear con Alec de esa manera por algo que no está en sus manos y que ni siquiera entiendes! ¡Y lo de Jace! ¡Te fuiste al carajo maldito bastardo! Juro que si realmente estás involucrado en esto, voy a matarte con mis propias manos y solo dejare suficiente de ti para que haya una lápida en el cementerio de los traicioneros con tu nombre. -Le gritó mientras daba leves golpes a su pecho y las lágrimas la traicionaban y salían como cascadas. Robert suspiró imperceptiblemente, aun no sabia todo o al menos no estaba segura y eso podía ser una gran ventaja.

Sara, la chica que había estado acompañando a Robert momentos atrás decidió ir en busca de ayuda para sacar a la loca que, "la había golpeado sin razón alguna".

Y Maryse, en medio del ataque ni siguiera sintió la puerta abrirse, tampoco la jeringa atravesando su piel, solo rabia y pena. Verguenza por haber sido tan idiota de en algún momento haberse enamorado de aquel hombre tan horrible.

Buscando Un Amor Olvidado. CorregidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora