Capitulo 8

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ALEXANDER

-Ya casi ni se nota el golpe de tu ojo. Seguro para mañana nadie lo note- me dijo Max mientras trotábamos por las calles bastante desiertas. Este es uno de los tantos rituales que tengo con mi amigo, todos los domingos por la tarde salimos a hacer algo de ejercicio para arrancar bien la semana.

-Más vale que para mañana no queden rastros. Tenemos la reunión de directorio y no tengo ganas de estar dando explicaciones.- me puse la capucha, empezaba a lloviznar.

-Hablando de reunión, mañana tenemos a una invitada muy especial.- doblamos en la esquina, estábamos a dos cuadras de mi edificio.

-Ni me lo digas, ya de solo pensarlo me molesta. No tengo ganas de verle la cara a la mojigata.-

-¡Que feo que hables así de tu futura esposa! Deberías ser más cariñoso con ella.- dijo con gracia. La palabra "esposa" me pone furioso y más si tengo que asociarla a la mujer más desesperante que conocí.

-Y vos deberías cerrar la boca.- espeté.

-Bueno perdón. Pero es que todavía no puedo creer que mi amigo el cazador de mujeres vaya a casarse. El viernes por la noche antes de ir a tu casa estabas muy seguro de que nada te convencería de renunciar a tu vida.-

Paré de golpe y lo miré - Primero, el hecho de me case es solo algo circunstancial y no significa que este renunciando a mi vida. Pienso seguir siendo el mismo de siempre, ninguna mujer va a atarme a su vida como un perro faldero, soy Alexander Gabbanna el hombre que disfruta de las mujeres pero que nunca se enamora. Segundo, estaba convencido hasta que vi a esa manga de locos en mi casa absolutamente decididos a hacer cualquier cosa para conseguir ese matrimonio, entonces entendí que era mucho más fácil actuar por unos meses, dejarlos a todos contentos y conseguir lo que quiero.-

-Está bien, ya entendí: el cazador sigue al asecho.- dijo levantando las manos en señal de rendición y comenzó a correr de nuevo.

Cuando entramos a mi departamento, tiré las llaves en la mesa que se encontraba al lado y me tiré en sillón completamente rendido. La reunión de mañana me tuvo preocupado todo el fin de semana, las ventas cayeron en el último trimestre y no tengo idea a que se deba.

Max se sentó al lado mío y me tiro una botella de cerveza. Cuando la abrí tomé un largo trago, estaba sediento.

-No podes negar que esta buena.- me dijo mientras tomaba de su botella.

-¿De qué estás hablando?-

-De Anita, tu prometida.- otra vez su tono gracioso. - Los años la cambiaron mucho, ya no es la quinceañera que nadie conocía en la escuela.- no le conteste, seguí mirando un punto fijo - Alex, te estoy hablando.-

-Y yo te dije que no quiero hablar de ella ¿Qué queres que te conteste? Sí, está buena, está muy buena pero cuando abre la boca lo arruina todo.- dije fastidiado.

-Yo hable con ella y es bastante agradable. Me contó que estuvo estudiando afuera, se nota que es una chica muy inteligente. Tus padres si se lucieron buscándote una novia.-

-Max... ¿Por qué seguimos hablando de esto?-

-Pero es que no podes negarlo. Te buscaron una chica de buena familia, inteligente, exitosa y lo más importante de todo es que está buenísima; ahora no solo vas a ser el empresario más exitoso del país sino también el más envidiado por los hombres ¿Qué más queres hermano?-

-Quiero que todo el mundo me deje de joder con este tema.- Me levanté de una vez y fui hasta la barra de la cocina. - Desde el viernes que no puedo tener un minuto de paz porque todos me la recuerdan, hasta Jennifer.- ¡Carajo! Parece mentira que hace tres días que llegó la rubia y ya revolucionó a todos.

Casada con mi EnemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora