17. Se llamarían explicaciones.

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Dan esboza una sonrisa arrogante y a pesar de estar sentado, y notablemente más bajo que Luke sigue pareciendo superior a él. Creo que nunca me sentí tan sumamente incómoda.

Bethany se acerca a nosotros tendiéndole el móvil a Luke.

      -Mamá – susurra la ahora morena.

Luke tras echarle una última miradita a Dan se aleja de nosotros hasta perderse por alguna calle.

      -Veo que no pierdes el tiempo – murmura Dan levantándose.

Está más alto, ¿eso es posible? Debe de estar por el metro ochenta. Da un paso hacia mí quedando lo más cerca posible pero sin llegar a tocarme, eso me desespera. ¿No me va a da ni un mísero abrazo? Solo pasaron uno o dos meses, venga, no es tanto.

      -Bueno, antes de que preguntes, él no es mi novio, supongo que solo tenemos un rollo… - le explico.

Hace un sonido nasal de afirmación.

      -¿Ya está? ¿No vas a decir nada más que “uhum”?

      -¿Qué esperas que diga?

Y de repente sin saberlo ni verlo, exploto.

      -No sé, quizá un “¿por qué te fuiste?” O un abrazo que me demuestre que sigue siendo mi amigo, de hecho más que cualquier cosa esperaba un “Te extrañé”. Cat me decía, no esperes nada porque después alguien te decepcionará y ¡BUM! Ni un hola de mi mejor amigo, siempre te admiré por la forma que parecían no afectarte los problemas, ahora eso solo me desespera. Y…Y no sé porqué te estoy diciendo todo esto porque hasta un mono le importo más que a ti. – Intento respirar con normalidad pero la expresión estupefacta del simio que tengo delante no hace otra cosa más que acrecentar mi ira – Dios, ¿sabes qué? Me rindo.

Doy media vuelta y vuelvo sobre mis pasos, seguida de Bethany, hasta el hotel donde me ducho, me cambio de ropa y salgo de camino  la casa de mi “madre”. Vine a resolver unos asuntos y eso es lo que voy a hacer.

      -¿Qué hacemos aquí? – me pregunta Bethany cuando me paro frente la puerta de una casa mediana de piedra.

Llamo varias veces al timbre hasta que me abre un hombre de piel tostada, pelo oscuro y ojos casi negros. Mi padre. Pestañea varias veces hasta que se da cuenta de que soy yo, de que soy real y me rodea con sus musculosos brazos.

       -Papá… No res… piro – gruño, me suelta.

Sonríe.

      -¿Sabes la bronca que te está esperando por parte de tu madre?

Mi sonrisa tan rápido como apareció se fue siendo reemplazada por una mueca. Entro en la casa con mi mano entre las de Bethany que mira todo con curiosidad.

      -Nathan, ¿qui…

      -Hola – la saluda Bethany alegre, mi madre se queda congelada mirándonos a las dos y tras unos segundos coge aire profundamente y nos abraza, ¿a las dos?

Mi madre, sin forzarla ni obligarla a nada nos lleva hasta el salón dónde nos explica que ella antes era amiga de Lia, la madre de Bethany, que se conocían desde pequeñas y que un día nos encontraron a Bethany y a mí, dos niñas de pelo corto, rostro angelical y ropa vieja con nada más que dos peluches. Ella y Lia nos adoptaron y poco tiempo después mi madre se enteró de que teníamos unos hermanos, Danna y Fred. Ellas conocieron a nuestra verdadera madre y al parecer la comprendían.

      -Tenéis que pensar que quedarte embarazada a los dieciocho cuando tu carrera aun está empezando no es un sueño, Lia y yo la conocimos y, yo al menos, hice un esfuerzo por intentar comprenderla y lo conseguí, ella os quería pero así como no quería dejar su carrera cuando aun apenas empezó, tampoco quería que sus hijas vivieran sin ver a su madre viajando día sí y día también.

Mi madre, sí, para mí siempre será mi madre, nos mira esperando algún tipo de reacción. Bethany parece sumida en sus pensamientos y yo… no sé, creo que también lo entiendo, aunque a pesar de eso no hay escusa para dejar a tus hijas.

       -Os dejaré solas. Umm… Eli, mañana me voy con John, ya sabes y tu padre vuelve hoy a Londres así que tendrás la casa para ti y Fred y Danna, claro – se acerca a mí y me da un beso en la frente – Te quiero.

La sigo con la mirada hasta que desaparece en el pasillo y  oigo el ruido de sus pies sobre las tablas de madera de las escaleras.

Todo pasó demasiado rápido. Me corrijo: Todo pasa demasiado rápido. Mi móvil empieza a vibrar sobre la mesita, lo cojo y me lo llevo a la oreja.

      -¿Sí? – la voz me sale normal, como si no me acabaran de explicar un pasado lleno de lagunas.

      -Eli, soy Luke. Tengo que irme a Miami, ya sabes, el campeonato de surf.

      -Ahh, cierto. Suerte, te quiero.

      -Y yo a ti.

Pensaba que me estaba enamorando de Luke, ahora cada vez me siento más confusa, no creo eso. Si realmente estuviera enamorada de él no querría que se fuera, sin embargo ahora no tengo ni la más mínima intención de decirle que voy con él ni de pararlo.

Extraño.

Amor, Sexo Y Otras Drogas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora