20. Para siempre y un poquito más.

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Dan descansa apaciblemente a mi lado rodeándome entre sus fuertes brazos, me doy la vuelta quedando prácticamente sobre él.

      -Buenos días… - susurro besándole los labios.

Dan abre los ojos lentamente antes de estirarse, río.

      -¿Qué te hace tanta gracia? – me pregunta volviendo a apretarme contra él.

      -Tú. – Vuelvo a besarlo – Te amo.

      -Te amo.

Me enrollo una de las sábanas a mí alrededor antes de bajar de la cama.

      -¿Qué haces? Ven aquí – gruñe Dan tapándose sus partes íntimas con un cojín.

      -Tenemos que levantarnos, vamos.

Dan se acerca a mí y me abraza. Todo mi cuerpo parece entrar en un remolino de placer que se centra entre mis piernas, ahora entiendo porque tanto alboroto, me aparta el pelo de la cara y sus labios cubren los míos devolviéndome algunas sensaciones y palabras grabadas a fuego en mi mente. Mis mejillas se tiñen de un intenso color rojo.

      -Buenos días, Heidi – me susurra al oído, le doy un zape en el brazo sin hacerle ni un poquito de daño, y lo sé porque se echa a reír. – Ahora en serio, ¿qué tal anoche?

      -Perfecto.

      -Ya sé que no te preparé nada especial, ni te regalé una rosa ni…

      -Shh… - le pongo el dedo índice en los labios haciéndolo callar. - ¿Cuándo te enterarás que no soy como las demás? No me importa nada mientras sea contigo.

      -Ya lo hice, si no me hubiera dado cuenta estaríamos como el primer día, cielo.

      -Cierto – río antes de empezar a buscar mi ropa.

Pasamos un rato buscado mi ropa que se niega a aparecer hasta que la encontramos perfectamente doblada dentro del armario y me vuelvo a poner roja. Está claro que ni Dan ni yo nos paramos ayer para dejar la ropa bien colocada y ver que la suya de la noche anterior tampoco está me hace llegar a la única conclusión posible. Y no me gusta. Más bien me avergüenza.

Después de vestirnos y pasar demasiado tiempo en la ducha, bajamos las escaleras hasta la cocina. A cada paso, desde la puerta de la habitación de Dan, me voy poniendo más roja hasta que siento mi cara arder al sentarme en la mesa ya servida con el desayuno frente a Marc y Claire.

. . . . . . .

      -¿Estarás bien? – me pregunta Dan, preocupado, frunciendo el ceño.

       -Ajá, solo te necesito a ti, aquí, ¿a las siete y media? – Le pregunto rodeándole la cintura y acercando mis labios a los suyos.

      -¿Cinco… minutos… antes? – me pregunta entre beso y palabra.

      -Como quieras.

     -¡Hey, parejita! – al reconocer esa voz suelto una carcajada y más cuando veo a Dan apretar la mandíbula.

Me separo de Dan para lanzarme a otros brazos que me reciben con el mismo gusto pero otro sentimiento, ahora lo entiendo, y es perfecto. Levanto la mirada a esos ojos azules y ese cabello rubio, me pongo de puntillas y le planto un sonoro beso en la mejilla.

      -¿Cómo…? – una lágrima empieza a correr por una de mis mejillas siendo seguida de varias más – Pensé…

      -Shh… pequeña estoy aquí – murmura acariciándome el pelo.

Amor, Sexo Y Otras Drogas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora