5. Me debes muchas, muchas, muchas...

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      -Me debes muchas – le respondo con una sonrisa.

Veo su rostro iluminarse de alegría.

      -¿Enserio? – me abraza tan fuerte que me levantada del suelo y da una vuelta enterita conmigo en brazos – Eres la mejor, Eli.

      -Lo sé – y en unos segundos siento como si no estuviera en este mundo cuando siento unos labios cerniéndose sobre los míos, una lengua peleándose con la mía y me veo a mí abrazada a Dan y siendo besada por él, y lo peor, yo le devuelvo el beso, ¿qué coño me pasa? Simplemente no puedo con esto… Le muerdo el labio inferior con fuerza y cuando lo suelto Dan me levanta de suelo sentándome sobre su escritorio.

Entierro las manos entre su sedoso cabello pegándolo más a mí. Esto es un asco, estoy enamorada de mi mejor amigo. Él tiene novia. Él me está besando, y yo le devuelvo el beso, encantada. Sus manos se deslizan bajo mi camiseta acariciándome la curva de mi cintura y las caderas. Me siento embriagada, mal  y extrañamente bien al mismo tiempo. Si no lo paro ahora, ¿a dónde podemos llegar?

     -Dan…,¡Dan joder! – él se separa de mí mirándome con los ojos brillantes y me doy cuenta de que tengo los vaqueros desabrochados.

Me subo la cremallera, me abrocho el botón, me coloco bien la camiseta y me peino un poco el pelo con las manos.

      -¿No te gustó? – me pregunta con una ceja levantada haciendo que en su frente aparezcan algunas arrugas.

      -Tienes novia.

¿Me pregunta eso ahora? Yo sé que es idiota, ¿pero tanto?

      -¿Te gustó?

      -Tienes novia – repito, responder a esa pregunta es un lujo que no puedo permitirme y menos sin saber lo que él piensa y siente – Nos vemos – murmuro dándome la vuelta.

      -Espera – me agarra de la muñeca y me da la vuelta para mirarme a los ojos – Ya sé que…

      -Tienes novia – lo corto – Adiós. – me pongo de puntillas y le doy un beso en la mejilla un beso que, sinceramente, me sabe a poco, por no decir a nada.

Vuelvo al salón dónde están Fred y Marc. Cojo mi sudadera y el gorro y me los pongo.

      -Fred, ¿estás listo? – le pregunto, él asiente muy serio.

      -Solo tengo que coger el gorro.

Cuando me quedo sola en el salón me encuentro mirándome al espejo. Tengo la ropa un poco desarreglada, el pelo despeinado, los ojos brillantes, las mejillas sonrosadas y los labios rojos e hinchados.

      -¿Ya os vais cielo? – me pregunta Claire.

      -Sí. Le dije a mi madre que volvería temprano a casa – le respondo mientras intento arreglarme un poco el pelo.

Aunque sé que a ella no la engaño, pero ¿puedo soñar, no? Cuando Fred vuelve nos despedimos y volvemos a casa.

. . . . .

      -¡Anda, ya llegaste!… Estás demasiado contenta – me dice Cat cuando entro en mi habitación y me tiro en mi cama.

Es cierto, tengo una sonrisita tonta que no se me va de los labios ni a tiros.

      -Dan me besó – grito contra la almohada que por suerte ahoga el grito convirtiéndolo tan solo en un murmuro.

      -¿Cómo?

      -Yo tampoco me lo creo, Cat – susurro dándome la vuelta hasta quedar boca arriba.

      -¡Chicos! ¡Ya estoy en casa! – oigo que grita mi madre.

Amor, Sexo Y Otras Drogas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora