—No hables con él ¿Sí?
Tyler mantuvo su cabeza baja, su mirada se perdía en el suelo, sintiendo la respiración de Hunter tan pesada y lenta, tan fuerte. La mano fría que asomó hacia su mejilla lo hizo temblar y encogerse más en sí mismo. Sus dedos temblaron cuando unos labios se pegaron en su piel.
—No hables con él —repitió—. Sé que parece pequeño, un niño, pero tiene ya diecinueve años. Es muy inteligente, te dañará.
Tyler sintió cómo su garganta temblaba del miedo, sus ojos húmedos querían dejar salir decenas de lágrimas. Levantó la mirada y se conectó con los ojos negros de Hunter. Su respiración se aceleró y el hombre frente suyo lo tomó del rostro.
—Él... Él... —Tyler se calló, el nudo en su garganta no le dejó hablar por unos segundos. Pequeñas lágrimas cayeron por sus mejillas rojas—. Es tu animal. Tú... Tú...
—No significa que te dejaré Tyler. Él es mi animal, pero no como fuiste tú. No... No es lo mismo —susurró—. Eres mi compañero. Y hay una gran diferencia entre tú y él. Eres mi cachorro, Ty, así de bonito, y estúpida perra. Él sólo es un animal. Tú bien sabes cómo es tratado un animal, cachorro.
Tyler asintió, sollozando y tratando de calmar los jadeos.
—Ya... Pareces un tarado —sonrió Hunter tratando de animar al chico. Acarició el cabello de Tyler, la gasa ya estaba manchada de sangre, los labios del chico agrietados y marcados. Tenía hematomas en la piel, marcas que Hunter observó con suma atención.
Por un momento, sintió la necesidad de gritarle cuál había sido la identidad que dejó atrás. Aquél chico arrogante, estúpido y malvado. Y ahora sólo tenía a un niño, a un cachorrito mojadito y asustado de perder a la única persona con la que convivió cerca de un año. Muchas veces no entendía a Tyler. No había entendido su necesidad de ser tratado de una forma que Hunter rechazaba para un chico como él.
Lo veía llorar, entre sangre y moretones que eran invisibles para él. Lo escuchaba gemir y sollozar por las noches, oía sus reclamos en silencio. Tal vez, Tyler se había aferrado a él tras no reconocer quién era. Trató de recordar cada detalle que lo perdió todo. Y era una lástima.
Y sin embargo, seguía llorando por su atención.
Era el primer animal que tenía la necesidad de permanecer junto a su victimario.
—Si... Si algún día muero por completo como persona, si... Fuera a hacer justicia por mí o por otro... —susurró Tyler—. Me encantaría que tú fueras la razón.
Hunter observó el rostro de Tyler, todo golpeado, repletos de lágrimas que no sabía si eran de tristeza, impotencia o algo más. Su mirada fue cayendo por su cuello, mordido, cicatrizado con marcas permanentes, en aquellos brazos cortados, lastimados y cubierto de moretones y hematomas. Los ojos negros de Hunter se detuvieron en aquella mutilación que él mismo provocó. Recordaba la maldad que se le cruzó en la mente para cubrir todo el bosque con trampa para osos. Sabía que si él mismo le cortaba la pierna el chico lo odiaría, aunque la naturalidad del hecho tenía un poco de culpa.
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VIOLENCIA ANIMAL
HorrorHunter jamás había tenido un concepto de amor. Para él, los besos de sangre eran mucho mejores que los tiernos besos delicados, para él, las marcas, las mordidas a carne viva en los cuellos eran mucho mejores que los chupones, para él la violencia e...