—Cuando desees ser libre... Mátame. Quítame la vida y te permitiré acabar con los otros cuatro. Haz lo que quieras. Si quieres prenderles fuego o arrancarle la piel de un tirón... hazlo. Eres mi animal. Tan cínico... Me enloqueces sin esforzarte.—¿Y qué pasa si quiero irme... Sin matar a alguien?
—Créeme niño, para ese entonces no estarás tan cuerdo como para siquiera pensar en irte sin dejar sangre por el camino. Serás como un cazador hundido en la desgracia y la venganza. Tan inocente... Estúpido, siquiera recordarás la inicial de tu nombre. Te destruirán. Y tú estarás tan confundido que aceptarás ese trato. Te transformarás en aquello que te hizo sufrir tanto, y actuarás ante otro de la misma forma hasta verlo caer.
Dos semanas después.
—Hunter... —susurró el chico posando las manos contra el pecho del hombre, atajando a Hunter de sus actos—. Espera... Creo que... Estoy sangrando, Hunter estoy sangrando ahí.
Lo vio inclinarse sobre su cuerpo, su anatomía entera temblaba con fuerza. El frío del invierno traía grandes cantidades de nieve blanca, de humedad terrible que lo enfermaba en ese lugar. Su cuerpo entero sufría de los espasmos del placer sexual que lo calentaba. El frío que arrasaba y se adentraba entre los orificios de la cabaña para le entregaban una sensación extraña en él. Sentía la humedad dactilar en sus fanales tan incómodo que ya no se molestaba en sacarlas de su rostro, el sabor de la sangre corría por su lengua como una serpiente expulsando su veneno. Se acomodó debajo de Hunter, quedando más que expuesto ante él, le incomodó el ardor de las mordidas sin embargo el cansancio en su cuerpo hizo que colgara su peso en sus codos, observando al hombre que salía de su cuerpo envenenado en un placer enfermo. Los ojos llorosos de Tyler observaron la erección de Hunter.
—Creo que rompí algo dentro tuyo —susurró Hunter mirando a los ojos a Tyler, este jadeó cuando su cuerpo dejó de ser penetrado y cerró los ojos fuertemente. El sudor le recorría del pie hasta las puntas del cabello—. ¿Te duele?
—Un poco —susurró despacio, casi sin voz. Hunter rió—. ¿Enserio te importa si me sangra ahí?
—La verdad no. No me importa si sangras.
—No te entusiasmes tanto por mi salud gracias —susurró con una mueca. Se movió y sintió el ardor interior e incómodo de las heridas. Escuchó a Hunter reírse y evitó el instinto asesino de golpearle en los testículos. Sintió su aliento en el cuello y cerró los ojos, agradecido por el tacto.
—Pero a ti te gusta... —le susurró con seguridad. Tyler entrecerró los ojos.
—¿Me gusta tener heridas y que me trates así físicamente?
—Ajá.
—¿Por qué crees eso? —preguntó volviendo su cabeza para quedar frente a frente con Hunter. Tyler anteriormente recordaba pensar que el rostro de Hunter estaba del asco, él pensaba lo aterrador que se veía aquellos ojos negros combinados con la cicatriz en el rostro. Sin embargo, había una diversión enferma que hacía sonreír a aquél hombre. Una sonrisa cínica y llena de malas intenciones que le hacía pensar en un niño diabólico que era sucesor del mismo lucifer.
Y aveces, no sabía si podía llegar a importarle a Hunter. No sabía si su trato significaba que algo había cambiado. Porque Hunter seguía teniendo problemas con él. Problemas que disfrazaba con una sonrisa siniestra y violencia precoz y a la vez dura en él. Tyler se perdió en los fanales oscuros, brillantes y una sonrisa que ocultaba décimas de desgracias y malas intenciones.
—¿Por qué no lo creería?
Tyler se quedó callado. Odiaba cuando Hunter le respondía con otra pregunta frente a su cuestionamiento, sin embargo, avanzó hacia él besando la barbilla rasposa, bajando por un nido de mordidas y sangre que su lengua lamió. Volvió a encerrarlo en sus brazos, a enredar sus manos en aquél cabello y a morder ese pecho, ese cuello, aquellos hombros anchos y el pecho cubierto de cicatrices. Tyler gimió al momento de sentir los brazos de Hunter tomarlo para alzarlo sobre sus piernas, terminó rodeando sus caderas, aferrándose al placer carnal que podía proporcionarle aquél lunático. Porque, tal vez, la soledad de Tyler perdonaba de manera inconsciente los pecados de Hunter. Y este último disfrutaba que sea así el resultado de sus fatalidades.
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VIOLENCIA ANIMAL
HorrorHunter jamás había tenido un concepto de amor. Para él, los besos de sangre eran mucho mejores que los tiernos besos delicados, para él, las marcas, las mordidas a carne viva en los cuellos eran mucho mejores que los chupones, para él la violencia e...