Capítullo 6

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Andreas

Por lo general, odio el silencio. Con el ADHS necesito estar en constante movimiento, haciendo algo con las manos aunque sea y el silencio… me parece… muy… ¿silencioso? Es como si todo estuviese quieto. Para romperlo sólo se me ocurrió decir:

-¿Por qué nunca vas a clase?

Rió. Tenía una risa preciosa, alegre, como… era indescriptible.

-No voy al colegio en general –respondió.

-Ah…Tienes suerte –dije logrando hacerla reír de nuevo.

Entonces sonó la campana.

Aure

Era lindo aún cuando fruncía el ceño.

-¡Qué fastidio! –susurró más para sí mismo.

No supe si debía responder y en todo caso, qué responder. Él se paró y vio cómo todos en el patio iban a sus salones.

-No voy a ir –me aseguróy empezó a sentarse otra vez.

-Tienes que ir –le dije.

-Pero…

-Ve –insistí.

-Aún no estás del todo bien –me miró preocupado.

-Estoy bien –le aseguré.

El patio estaba casi vacío. Me miró dudoso y me tendió la mano para ayudarme a pararme.

-Bueno… voy… pero… ¿vas a estar aquí cuando vuelva? Digo… en el siguiente recreo –me miró casi suplicante.

-Claro… -“no tengo donde más ir” Sentí que se me encendían las mejillas y me ponía nerviosa con la idea de pasar más tiempo con él -¡Pero apúrate o llegarás tarde!

Andreas

Sonreí y le hice caso. Vi al gordo y bajo profesor de historia al otro lado del pasillo y apresuré el paso para llegar antes que él a la clase. Entré al salón y me dirigí a mi sitio.

-¡Ya pues! ¡Déjenme!

Rodrigo siempre era el primer blanco cuando jugábamos a tirarnos trozos de borradores. Cinco puntos si le dabas a alguien en el hombro, diez si le dabas en la cara, quince en la boca, veinte en la nariz, treinta en el ojo… Las chicas contaban el puntaje de su compañero de mesa. Ana y Carina se sentaban juntas por lo que una de las dos se pasaba a mi lado cuando jugábamos (me sentaba solo, al fondo). Suelo ganar, ya que tengo una puntería bastante buena, no suele fallar (sin querer presumir) pero ese día no quise jugar. Tampoco me molesté en escuchar al profesor que había llegado poco después que yo. Me quedé mirando al laurel y pensando en Aure. Entonces se asomó a la ventana tímidamente pero sonriente y me saludó sacándome una sonrisa.

-¡Andreas! ¿En qué piensa? –el profesor me sobresaltó.

Eché una rápida mirada a la pizarra intentando leer lo que decía para poder decir algo inteligente. Solo logré entender: Grecia, dioses, mitos, religión… “Estúpido problema” pensé.

-Eh… -dudé… no quería decir algo que estuviese en la pizarra y que por el ADHS no podía leer –pensaba en un… mito profesor.

-¿Ah si? –me miró intrigado y supe que si metía la pata me quedaría todo el siguiente recreo escribiendo “debo prestar atención en clase” -¿Cuál? Si puede saberse, claro… -su sarcasmo era obvio.

-Bueno… en la pizarra menciona mitos… y me quedé pensando en el de… Apolo y Dafne… usted sabe, el de la chica que se vuelve árbol…

Me estudió severamente con la mirada. Dudó unos instantes y luego se volteó para seguir escribiendo. Suspiré aliviado e intenté prestar atención para no tener más problemas.

Dos horas de historia, por más que el tema te guste, es demasiado. Estaba por salir cuando oí que el profesor decía mi nombre a mis espaldas.

AureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora