Capítulo 15

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Aure

No imaginé que vendría tan pronto. Pasó a lo máximo cuatro horas del mensaje Iris cuando divisé a Quirón trotando hacia mí. A su lado venían un sátiro y él.

-¡Aure! –ni bien llegó me abrazó -¡Estás viva! Gracias a los dioses.

-¿Y cómo piensas llevarla Quirón? –preguntó el sátiro.

-Aure, que bueno verte tan verde –me dijo Quirón.

Sonreí y volteé a verme (es decir, me volteé a ver al laurel)

-Tranquilo Grover –continuó hablando –tengo un plan. Y recuerda que juraste no decirle nada a nadie, ni a Enebro…

-¡Pero va a estar a su lado! –protestó Grover.

Andreas rió. No sé muy bien qué hicieron porque me dijeron que me vuelva árbol totalmente y que me duerma.

Andreas

De no ser por la sonrisa y el abrazo de Aure, desearía no haber ido. No soportaba ver cómo sacaban el árbol pues a cada palada temía que golpearan o cortaran alguna raíz. En el camino al campamento me adelanté con Quirón, Grover supervisaba el traslado.

Sin que ningún campista viera (Quirón estuvo manipulando algo a lo que llamaba Niebla desde el colegio hasta el campamento) llevamos al árbol junto al enebro. Tardamos bastante en plantar el laurel y eso que las ninfas y dríades nos ayudaron. Enebro, la novia de Grover, la dríada, nos prometió que la ayudaría a adaptarse. Regresé a mi cabaña por orden de Quirón deseando que sea la mañana siguiente para verla.

Aure

Me desperté al sentir el cambio de tierra el cual mis raíces podrían haber tardado algunas horas en procesar. La tierra a mis pies (raíces) era mucho más blanda y húmeda que la seca tierra que me rodeaba en el patio del colegio. Esta era agradable.

Tras unos momentos acostumbrándome a la sensación me separé de mi árbol.

-¡Hola!

Me volteé. Una chica con carita un poco de elfo y orejitas puntiagudas me sonreía.

-Hola –dije tímida -¿ya estoy? Quiero decir… ¿Ya estoy en el campamento?

-Sí, bienvenida –contestó animada –yo soy Enebro.

-Oh… ¿Eres ese? –señalé un árbol a unos cinco metros del mío.

-Sip –sonrió orgullosa –ven, te mostraré el bosque.

Sin dudarlo un instante la seguí.

Andreas

Desperté y encontré en mi cajón ropa limpia: camisetas naranjas del campamento y un par de jeans. Después del desayuno donde tuve que echar una parte de mi comida al fuego (resulta que así se hacen las ofrendas) y agradecerle a Apolo, Michael me dio un horario. También me obligó a elegir una espada. Tardamos mucho pero finalmente encontré una que me acomodaba más o menos y que no había visto cuando intenté con Annabeth. No me gustaba ni la mitad que mi arco pero servía y me sentía ligeramente a gusto con ella. Tras practicar un rato con Michael, este me dijo que estaba cansado (se notaba que no había dormido bien) y que entrenara con otro.

Vi a Percy y como no conocía a nadie más me acerqué a él. Era muy bueno con la espada. Demasiado bueno. Fue muy extraño pedirle ayuda a un chico un año y medio menor. Él fue amable y me enseñó mucho. Al final de la práctica (duró casi dos horas) seguía prefiriendo el arco (aunque solo lo había usado una vez) pero, si alguna vez lo necesitaba, podía defenderme más o menos con la espada.

Luego tuve práctica de arco y busqué a Alex que me había prometido que me iba a ayudar. Recién cuando tensé el arco y disparé por primera vez me acordé de mi hombro. Ya casi no me dolía. Miré la cicatriz que con las justas ardía cuando hacía tensión con el brazo. Alex me probó de todas las maneras posibles. Ante la sorpresa de ambos, no fallé mas que una.

En cuánto tuve tiempo libre me dirigí al bosque. Ya me habían advertido que habían monstruos por lo que llevé mi espada. Era más práctica lamentablemente. Creí que me había perdido cuando encontré el laurel y el enebro.

-¡Aure! –grité sin obtener respuesta -¡Enebro!

Silencio…

-Estem… ¿Aure? –miré dudoso el laurel no sabiendo si debía golpearlo suavemente como si fuera una puerta.

AureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora