Capítulo 26

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Hola! Mil años más tarde!! Enserio lamento muchísimo la demora y que para colmo este vaya a ser un capítulo corto.

Me gustaría que lean esto.

Ojalá aún les guste Aure o se acuerden de la historia, perdónenme por toda la tardanza!! Lo siento tanto tanto tantooo

bueno... los dejo... espero les guste, perdón por robar su tiempo. El proximo capítulo será más largo

Andreas

Cuando quise volver con ella una ninfa me impidió el paso.

-¿Qué pasa? –pregunté intentando no sonar tan fastidiado como lo estaba.

-La estamos curando…

-¿Y? –intenté pasar pero me cortó el paso nuevamente.

-No sería bueno que la veas. Ve a ayudar a curar el árbol ¿si?

-Pero…

-Andreas, vete –me interrumpió.

La miré fijamente y tras unos instantes de batalla visual me rendí. Refunfuñando me di media vuelta para rodear el claro donde estaba Aure e ir donde su laurel.

-Andreas –oí en un susurro a mis espaldas.

-¿Qué? –espeté.

Al no recibir respuesta me volteé de golpe. No había nadie. Retrocedí lentamente unos pasos hasta la entrada al claro esperando ver a la ninfa pero no había ni rastro de ella. Un chirrido resonó en mi cabeza. Me retorcí por el dolor. “¡Visítame!” gritó una voz cavernosa en mi mente. La voz retumbó haciéndome doler los oídos y la cabeza. Me demoró unos instantes calmarme y que mi respiración recuperara su ritmo normal. Levanté la espada y miré ansioso a mi alrededor. Tenía todos mis sentidos alerta. Pero no había nada ni nadie, simplemente cero. ¿Qué demonios? Lentamente me dirigí al claro donde estaban el laurel y el enebro son dejar de mirar cauteloso a todos lados. No podía haber imaginado eso ¿O si? ¿Había salido de mi mente?

Llegar junto al laurel me quitó esos pensamientos de la cabeza. Le habíamos cortado la mayoría de las ramas pero no las principales sino sus divisiones. Habían raspado algunas partes de corteza muy quemadas y siguiendo las instrucciones de Rosana, los sátiros y yo habíamos puesto apoyos para algunas ramas. Al llegar vi a Rosana aplicando un ungüento viscoso y a Don cantando algo en griego entre dientes. El árbol no se veía mucho mejor.

-Va a funcionar-murmuró Rosana sin mirarme –dale tres días a lo máximo para que se noten los cambios.

Asentí sintiéndome incapaz de decir palabra.

-Por suerte no llegó ni a su centro ni a las raíces –continuó –eso sí habría sido un problema.

Me acerqué al laurel teniendo cuidado de no estorbar a Rosana. Examiné el árbol y no pude evitar pensar “Ay Aure… ¿qué te hicieron?” sintiendo la amargura del deseo de venganza.

AureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora