Capítulo 25

184 17 0
                                    

 

Holaaa!!! se que hace demasiado que no publico así que les dejo un capítulo más largo de lo normal para compensarlo un poco. Muchísimas gracias por seguir leyendo Aure, enserioo <3

Estrellita??? :)

 

Andreas

 

No pensaba decirle de qué me había reído y en buena parte se debía a que no estaba seguro. Creo que había sido una mescla entre los nervios, el alivio, lo linda y tierna que se veía, lo feliz que estaba…

 

Pude ver en sus ojos que estaba sonriendo y me tomó tímidamente la mano. Acaricié la punta de sus dedos y luego entrelacé los suyos con los míos. De pronto una idea, una pregunta, casi en grito sonó en mi cabeza ¿Qué has hecho? Sin poder evitarlo me tensé. Aure lo notó al instante y me miró preocupada frunciendo el ceño. Intenté hacer una sonrisa y le di un suave apretón cariñoso a su mano.

 

-Aure perdóname –susurré finalmente.

 

-¿Por qué? –ladeó graciosamente su cabeza.

 

-No debí besarte, es decir, lo volvería a hacer, pero no quiero que pienses… -me trabé con mis propias palabras.

 

Aure estaba verde. No sé si de furiosa, roja o de mareada. “¿Eres idiota o qué?” me gritó mi subconsciente. Me incliné lentamente hacia ella verdaderamente dudoso. Ella no se tapó con la sábana y nuestros labios se rozaron suavemente. Sentí cómo se estremecía. Apoyó su frente en la mía y sus ojos se clavaron en los míos.

 

-Aure… perdona… sé que fue muy rápido.

 

Ella puso los ojos en blanco sonriendo y luego bajó la mirada averdándose. Sorprendido noté que su pelo crecía unos pocos centímetros más.

 

-Me alegro de que hayas podido venir –susurró.

 

-Lamento no haber venido antes –dije algo avergonzado –enserio lo intenté.

 

Sonrió unos segundos antes de bostezar. La tomé de la mano.

 

-Aure deberías descansar, duerme.

 

-No –respondió rápidamente con los ojos brillándole de miedo.

 

Sus párpados empezaron a caer. Sacudió bruscamente la cabeza como para mantenerse despierta.

 

-Aure –murmuré –duerme.

 

-No quiero –sollozó –tengo miedo.

 

-¿Miedo?

 

Ahí me di cuenta que la seguía tomando de la mano. La solté lentamente rogando no sonrojarme.

 

-He tenido pesadillas –confesó –todo se pone oscuro y de pronto hay fuego a mi alrededor y luego sale de mí y yo soy fuego y me arde todo y entonces veo su cara muy cerca de mí y…

 

Le acaricié suavemente la mejilla.

 

-No me voy a ir ¿está bien? Duerme por favor –le dije.

 

Se aferró a mi mano y rápidamente se quedó dormida. Me quedé contemplándola un instante. Aún tenía las llagas bastante marcadas. Y aún seguía siendo preciosa.

 

 

 

Aure

 

Por primera vez no tuve pesadillas. Ahora entendía de qué se quejaban los semidioses. Como árbol cuando duermes simplemente te desconectas del mundo y sientes que descansas hasta que lo hayas hecho totalmente o algo te despierte. En forma humana es muy diferente. Bostecé y abrí lentamente los ojos. ¿Lo de ayer realmente había pasado? ¿Andreas de verdad me había besado? Imposible… Tenía que haber sido un sueño… Y aún así… Sonreí bobamente. Y claro, me averdé. Me pregunté si habría tenido el efecto de siempre en mi árbol.

 

Intenté incorporarme y se me escapó un quejido. Miré a un lado de la camilla y vi a Andreas dormido en el piso. Entonces noté que la punta de sus dedos seguía entrelazada con la de los míos. Sentí un cosquilleo en el estómago. Un cosquilleo que se volvió gruñido. Por los dioses que tenía hambre. Curiosa sensación el hambre… como árbol no la había sentido nunca antes y cuando había salido, jamás había estado suficientemente tiempo fuera como para terminar hambrienta. Miré alrededor buscando a Rosana.

 

-Mmpf –oí un quejido y me asomé, conteniendo la risa, al borde de la camilla.

 

Andreas había fruncido el ceño y se aferró a mi mano. Me quedé mirándolo y sonreí sin poder evitarlo. Era un digno hijo de Apolo. Lo siguiente que pensé fue en si el pobre habría dormido ahí toda la noche.

 

-Pss, Aure –escuché que me llamaban en un susurro.

 

-¿Enebro? –murmuré.

 

Ella se acercó sin hacer ruido alguno. Traía una especie de bandeja y al divisar la comida, mi estómago se quejó nuevamente.

 

-Tengo que despertarlo –me dijo de forma casi inaudible –Quirón quiere hablar con él.

 

Asentí.

 

-Y luego –añadió mirándome fijamente –tú y yo tenemos que hablar.

 

Me averdé inmediatamente. Sacudí ligeramente a Andreas de la mano que estábamos tomados.

 

-¿Uh?

 

-¿Andreas? Tienes que despertar –susurré suavemente.

 

Enebro me miró divertida ¿Qué había hecho ahora? Andreas abrió los ojos lentamente y al verme sonrió. Nos soltamos casi al instante y él se paró de un brinco. Tenía toda la camiseta manchada.

 

-Quirón quiere hablar contigo –dijo Enebro –dice que te vas a quedar unos días más o algo así y a ti –me señaló –tenemos que revisarte las heridas.

 

Me estremecí y bajé la mirada a mis llagas. Andreas me miró preocupado y lo animé a ir con una sonrisa.

 

AureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora