Dave Simpson me ha levantado del suelo, y a mi estado de ánimo le sucede lo mismo.
Él trae su casco en la mano, lleva puesto ese uniforme azul, blanco y amarillo de los Tigres.
Gotas de sudor bajan por su desorden castaño; cómo extrañaba ese desorden.
—¿Me estás hablando a mí? —cuestioné sorprendida.
—Creo que sí —musitó cabizbajo.
—¿Puedes verme?
—Puedo verte —dijo con ternura.
—Soy la invisible del violín.
—Ya lo sé.
—Entonces dime… ¿Por qué de repente existo para ti?
—Es que nunca has dejado de existir.
—¡Ya basta! —grité furiosa y él dejó caer su casco.
—Oye, tranquila.
—No puedo estarlo Dave, me has ignorado en estos últimos meses, te convertiste en un cliché y me olvidaste, además tienes a una novia a la que amas.
—¡No amo a Sharon! —levantó la voz— nunca la amaré, yo te amo a ti señorita invisible.
—No te creo, intento de cliché —espeté.
—Ya no soy un cliché.
—Si tú lo dices —rodé los ojos.
—Ya no lo soy, no quiero serlo.
—¿Qué quieres decir?
—Ya no soy uno de los clichés, así lo decidí, acabo de renunciar al equipo de fútbol, a la popularidad, a la plástica de Sharon que por cierto ya no soporto.
—Escucha Dave, no quiero ser tu segunda opción.
—Nunca has sido la segunda, eres la primera, así como yo soy el primero para ti, ¡Sé que lo soy!
Guardé silencio, no quería seguir discutiendo pues Dave ya me había dado las razones suficientes para demostrarme cuánto me ama.
Fueron sólo palabras pero eso no me importó. Él había demostrado su amor con hechos hace tiempo; en cada café que compartimos en el autobús, en cada madrugada que se deleitó escuchando mi violín, y luego recibiendo los dibujos de mis flores favoritas.
Lo miré fijamente, contemplé esa débil lágrima que escapaba de sus ojos verdes y quise responder con algo que levantara su ánimo.
—Pero te quitarás ese ridículo uniforme tan cliché, sino olvídate de mí —reí.
—Me lo quitaría mil veces sólo por estar contigo, aunque ya te dije que esta será la última vez que lo usaré, lo prometo.
—Me parece excelente.
—A mí también —dijo sonriendo.
Tuve la dicha de probar sus labios después de tanto tiempo, su beso fue rápido pero hizo aflorar en mis todos aquellos sentimientos que creía muertos.
—¿Me acompañas a los vestidores?
—Por supuesto, me quedaré en la puerta mientras te vistes.
—Sabes señorita invisible, no me quejaría si me ves desnudo, ya conoces a Tim.
—¿A Tim?
—Sí —miró su entrepierna y al instante supe a que se refería, no pude evitar sonrojarme.
—Sobre eso yo...
—No digas nada —interrumpió— gracias al desplome de nuestra bendita pared estamos hablando ahora.
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La invisible del violín
Teen FictionDiana Sullivan es la invisible del violín, también es la chica hermosa que no recibe cumplidos cuando sube al autobús; la que ama beber café pero no tiene con quién compartirlo, ella es mucho más de lo que nadie ve, ella disfruta ser invisible. Dos...