La invisible del violín

Capítulo 20 | Tyler

Mi boleto ha regresado a mí, gracias a Dave Simpson, este chico aparte de salvar mi vida hace un rato, también ha salvado mi mayor sueño; conocer a Tyler.

—¿Lo quieres o no? —preguntó con una sonrisa burlona.

—Gracias —tomé el boleto entre mis manos y bajé la mirada.

—¿Sorprendida?

—Sí, lo estoy ¿Cómo lo encontraste?

—Estaba justo a tu lado cuando te desmayaste.

—¿Estabas ahí?

—Sí, te sostuve entre mis brazos para que no te llevaras un mal golpe.

—Te lo agradezco Dave.

—De nada; por cierto, tomé el boleto porque no quería que nadie te lo quitara, quería entregártelo personalmente.

—¿Cómo sabías lo del boleto?

—Primero, nuestra pared es casi de papel, segundo, la ciudad entera prácticamente ha enloquecido con la visita de tu ídolo.

—Cierto —musité.

—Debo irme —dijo. 

—¿A dónde vas?

—Ya que no iré a la escuela quiero descansar un poco.

—Bien —dije.

Ambos volvimos a nuestras respectivas casas.

Horas después...

He desordenado mi cabello a propósito, también me he quitado todo el maquillaje. Me pongo mi falda roja y también mi playera de “Totally in love with Tyler Skies”, por último acomodo mi gorro de lana.

Estoy lista para ir al Terra Loto y conocer a mi adorado Ty-Sky.

—¿A dónde vas? —preguntó mamá.

Le mostré el boleto plateado y quedó boquiabierta.

—Hija, lamento haber dudado de ti.

—Descuida mamá —le sonreí.

—Entonces te llevaré en el auto.

—Ok, gracias.

—Iré a ponerme algo más cómodo, si quieres puedes ir saliendo.

Espero a mamá sentada sobre la acera, de repente escucho la voz de Dave; él me grita desde su ventana.

—Disfruta el momento, me alegra que seas feliz.

—Muchas gracias Dave, lo haré —le dediqué una sonrisa.

En ese momento recibí un mensaje de Evan.

—Tenemos que hablar

—¿En dónde estás?

—Detrás de ti.

Volví mi mirada, Evan se encontraba oculto tras unos arbustos.

—¿Qué hacías ahí, capitán cliché?

—Verte, por última vez...

—¿Qué dices?

—Diana, sé que sigues amando a Dave.

Miré hacia la ventana, Dave ya no se encontraba ahí.

—Evan, yo...

—Quiero que seas feliz, hoy te dejaré ir.

—¿Por qué? No entiendo.

—Ya no puedo engañarme, tú me aprecias pero no amas.

—Te quiero Evan.