Capítulo 5: Día de lluvia

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Narra April:

Las semanas siguientes, las pesadillas persistieron, siempre se desarrollaban en el mismo cementerio. A veces solo deambulaba por allí hasta despertar, pero en otras ocasiones, magos encapuchados me atacaban o volvía a caer en el agua hirviendo del caldero.

Aquel sábado me desperté muy cansada, Harry, Hermione, Ron y yo habíamos estado hasta tarde en la biblioteca. Desde que yo había resuelto la adivinanza, se nos había planteado la duda de, cómo hacer que Harry aguantase una hora entera bajo el agua.

Salí de las cálidas sábanas de mi cama y me estremecí cuando mis pies tocaron el frío suelo. Miré por la ventana mientras me abrochaba los zapatos, fuera llovía con tanta intensidad que apenas se vislumbraba el paisaje. Sonreí ante lo que veían mis ojos, me encantaban los días de lluvia. Eché un último vistazo a mi cama, contemplando la posibilidad de volver a acostarme y ponerme a leer, si no hubiera tenido tanto que estudiar, probablemente lo habría hecho.

Bajé al Gran Comedor, era algo temprano y aún no estaba lleno. Me senté en la mesa de Gryffindor junto a Hermione, para poder hablar acerca de la segunda prueba.

—Buenos días —dijo al ver que me acercaba. Yo le devolví el saludo—. Poco después de que te marcharas de la biblioteca ayer, encontré una poción que podría ayudar a Harry.

—¿En serio?

—Sí, me gustaría que vinieras a echarle un vistazo al libro conmigo después.

—Claro, podríamos aprovechar para estudiar —propuse, pronto finalizaría el trimestre y los exámenes se nos acumulaban.

Terminamos de desayunar y subí con rapidez de nuevo a mi habitación, debía coger mi mochila. Sin embargo, mientas rebuscaba en mi baúl, un brillo al fondo de éste me hizo detenerme. Saqué el pequeño fragmento de un espejo y, tras comprobar que no hubiese nadie en la habitación, tracé una runa sobre su superficie y el rostro de mi madre apareció en él. Tenía un aspecto demacrado, su cabello negro estaba muy alborotado y unas profundas ojeras enmarcaban sus ojos.

—¿Cómo va el plan? —preguntó.

—Estoy muy bien, gracias por preocuparte —contesté con un deje de sarcasmo en mi voz.

—Déjate de tonterías, no tengo mucho tiempo.

—Todo marcha según lo previsto.

—Vale, he movido algunos hilos, pronto habrá novedades, así que no desaproveches ninguna oportunidad que se te presente.

Asentí, la imagen comenzaba a ser menos nítida y me despedí con una amarga sonrisa. Miré una vez más por la ventana, fuera llovía al igual que en mi corazón.



Al otro lado del espejo➳ Neville LongbottomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora