Capítulo 9: Las branquialgas

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Narra April:

A la mañana siguiente, las clases se me hicieron eternas, parecía que el tiempo se detenía cada vez que miraba el reloj. Salí a toda prisa de Adivinación y al pasar por delante del Gran Comedor, cogí un par de panecillos y los guardé en mi mochila. Al llegar a la puerta del castillo, pude ver a lo lejos a Neville sentado bajo un gran árbol.

—Eh Williams, ¿a dónde vas? —preguntó una voz a mis espaldas una voz que conocía muy bien.

Se trataba de Jacke. Seguí andando sin hacerle caso, pero él me retuvo agarrando mi brazo.

—Déjame en paz —mascullé.

—No irás con el imbécil ese, ¿verdad?

Le empujé ligeramente, pues se estaba acercando mucho a mí.

—Quédate conmigo mejor —añadió. 

Jacke comenzó a juguetear con el borde de mi falda, así que le propiné un puñetazo. No sé de donde saqué la fuerza, creo que se debió a que le pillé desprevenido, pero se tambaleó y cayó hacia atrás.

—Me das asco y, como vuelvas a acercarte, el próximo golpe irá derechito a la entrepierna.

Algunos alumnos nos miraban con curiosidad al pasar, acababa de tirar al suelo al chico que hacía que miles de bragas cayeran a su paso, no pude evitar que una pequeña sonrisa se dibujase en mi rostro mientras iba hacia Neville.

—Hola April —dijo al verme llegar.

—Hola —respondí con una sonrisa, tratando de normalizar mi respiración—, ¿traes el libro?

Él asintió y sacó un pesado ejemplar de su mochila. Me senté a su lado y comenzó a recitar las propiedades de las branquialgas mientras yo pellizcaba la miga de mi pan.

—Mira, aquí vienen dibujadas —dijo mientras me tendía el libro.

Cuando alargué la mano para cogerlo, él me la sujetó por la muñeca.

—¿Qué te has hecho? —preguntó señalando mis amoratados nudillos.

—Acabo de darle un puñetazo a Jacke.

—¿Por qué?

—Se me ha acercado mucho, es un cerdo —respondí con el ceño fruncido—. Pero no lo volverá a intentar.

—Espero que estés segura de lo que dices —dijo mirándome con un deje de duda.

Sostuve su mirada durante unos instantes, pero él bajó la vista y yo centré mi atención en la ilustración de las branquialgas, a simple vista parecían algas normales y corrientes, pero estaban recubiertas de escamas.

—Neville, ¿has visto esto?

—Sí, el dibujo está genial, ¿verdad?

—No, no me refiero a eso, aquí dice que las branquialgas tardan en crecer como mínimo dos semanas y solo faltan tres para la prueba, tenemos que empezar ya.

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Narra Neville:

Esa misma tarde, caminamos bordeando la orilla del lago, buscando un lugar apto para plantar las branquialgas. Cuando el cielo comenzaba a teñirse de naranja, dimos con una zona llena de algas, pero sin barro, con muchas piedras y de poca profundidad.

—Ya lo hago yo —dije cuando la vi quitarse los zapatos.

—No te preocupes, no me importa mojarme un poco los pies.

—Ya, pero hace frío.

—Haremos turnos, como dentro de dos días comienzan los exámenes, no tendremos mucho tiempo libre, así que cada día vendrá uno de los dos a ver cómo evolucionan. Hoy me toca a mí mojarme —concluyó mientras se quitaba los calcetines—, y no podrás hacer nada para impedírmelo.

Dicho esto, se recogió el pelo y se remangó la camisa. Comencé a leerle en voz alta las instrucciones y, media hora más tarde, cuando apenas quedaba luz, terminamos de plantar las branquialgas. Cuando April salió del agua tenía los labios morados y tiritaba. Murmuró un hechizo mientras se apuntaba con la varita, y su ropa quedó totalmente seca.

—¿Qué hora es? —preguntó mientras se volvía a poner la túnica.

—Las nueve, debemos darnos prisa.

April asintió y echamos a andar hacia el castillo. Los exámenes comenzaron dos días después y se prolongaron hasta la semana anterior a la prueba.



Al otro lado del espejo➳ Neville LongbottomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora