Capítulo 16: La tercera prueba

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Narra April:

A la mañana siguiente, nada más levantarme, cogí el espejo y bajé rápidamente las escaleras hasta el baño. Una vez allí, tracé una runa sobre la pulida superficie y, tras unos segundos de espera, el rostro de mi madre apreció frente a mí.

—No soy capaz hacer lo que me has pedido —dije nada más verla.

—Rendirse ahora no es una opción, ya soy libre y el Señor Tenebroso se alzará pronto.

—No puedo confiar en que no harás daño a Neville, no después de saber lo que le hiciste a sus padres.

—Ya te prometí una vez que no le haría nada a ese joven y lo vuelvo a hacer —dijo pacientemente—. ¿Acaso no quieres que nos reunamos de nuevo? ¿No quieres abrazarme?

—Claro que sí, pero...

<<Pero no pensaba que fueses una persona tan horrible>> quise decir.

—Mañana, mientras todos estén contemplando la prueba, vosotros dos aguardaréis en la Torre de Astronomía. No puedo aparecerme en Hogwarts, pero me encargaré de que os dejen un traslador, tú también debes acudir. Recuerda, no antes de medianoche.

Iba a protestar, quería negarme, pero una parte de mí anhelaba el amor de una madre. Contemplé como su imagen se desvanecía y volví a mi habitación. No pensaba bajar a desayunar, no podía enfrentarme a la mirada de Neville, aún no.

Pasé el día envuelta en mis sábanas y no salí de allí hasta que faltaban unas horas para la prueba.

—April, ¿dónde has estado? —preguntó Neville cuando me vio bajar acompañada por Hermione.

—Estaba muy cansada por los exámenes y después del baile me acosté tan tarde...

—Me habías preocupado.

—Lo siento, no era mi intención.

Neville me miró a los ojos con un deje de duda antes de volver a hablar.

—¿Vamos a ver la prueba?

—He pensado que podríamos hacer algo mejor.

—En serio, ¿el qué?

—Acompáñame —dije tomando su mano.

Subimos muy a mi pesar hasta la Torre de Astronomía.

—Desde aquí podremos ver todos los fuegos artificiales de la prueba, oiremos al comentarista, pero estaremos solos.

Neville se sonrojó antes esta perspectiva, cosa que me hizo reír. Nos apoyamos en la barandilla y contemplamos las estrellas en silencio.

—Hasta hace unos días, no tenía ni idea de que te apellidases Williams —comentó.

—Hay muchas cosas de mí que aún no sabes.

—Podríamos ponerle solución, ¿no crees? —propuso con timidez.

—Está bien —respondí girando mi cabeza para mirarle—. Supongo que no sabes que mi cumpleaños es el 13 de julio. Tampoco te he dicho nunca que mi color preferido es el azul, pero solo el azul cielo, el resto de tonalidades no me gustan —hice una pausa para pensar—. Me encanta leer y se me da fatal dibujar, un día voy a enseñarte todos mis dibujos, son terribles —dije sonriendo. 

—Me encantaría verlos, algo que se te da mal... Eso no entraba dentro de lo que consideraba posible —musitó sonriente.

—Hay muchas cosas que se me dan mal...

—¿Cómo qué?

—Hablar en público, por ejemplo —contesté tras una pausa—. O jugar al quidditch.

—Ya somos dos entonces.

—¿Sabes? —dije pasados unos instantes—. Me encantaría ver un unicornio algún día, no es algo que le vaya contando a todo el mundo, así que considérate afortunado —Neville rió ante mi comentario—. Algo que todos consideran raro, es que siempre me pinto las uñas de los pies, aunque sea invierno y nadie vaya a verlas. ¡Ah! Casi lo olvido, algo importante que debes saber, es que mi helado favorito es el de chocolate, no pongas esa cara —añadí al ver su expresión asqueada—, ¿no te gusta el chocolate?

Él negó con la cabeza.

—Bueno, es tu turno.

—A ver... Mi cumpleaños es el 30 de julio y mi color preferido es el verde. Me gustan las plantas, soy una persona muy olvidadiza y torpe, y nunca se me ha dado especialmente bien montar en escoba —hizo una pausa antes de añadir—: A veces, cuando no puedo dormir, me gusta tumbarme en el jardín y mirar las estrellas, puede parecerte raro, pero es relajante.

—No es para nada raro, yo también lo hago; solo que, como no tengo jardín me limito a mirar por la ventana.

—Me dan bastante mal rollo los duendes de Gringots —añadió pasados unos instantes.

—A mí me parecen súper graciosos con sus trajecitos. Lo que sí me dan miedo, son las arañas y las serpientes.

Neville comenzó a reír a carcajadas, al verle una profunda tristeza me inundó. Después de lo que iba a pasar esa noche, no volveríamos a estar así, riendo despreocupadamente.

Para confirmar mis sospechas, el reloj de la torre anunció la medianoche. No pude evitar que unas lágrimas resbalasen por mis mejillas.

—April, ¿por qué lloras?

—Dame un abrazo, por favor.

Hizo lo que le pedía y me estrechó con fuerza. No quería separarme de él; sin embargo, tuve que hacerlo, buscando con la mirada el traslador. Un búho que emitía ligeros destellos se posó en la barandilla y supe que era lo que nos llevaría hasta mi madre.

—Espero que puedas perdonarme —murmuré justo antes de que mis dedos tocasen las suaves plumas del ave, aunque sabía que era poco probable que lo hiciera.

Al otro lado del espejo➳ Neville LongbottomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora