Capítulo 10: ¿Te avergüenzas de mí?

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Narra Neville:

Acababa de realizar el último de mis exámenes y salía por la puerta del aula de Adivinación, cuando April llegó corriendo y me cogió de la mano. Los últimos días apenas nos habíamos visto, así que sentir su pequeña mano alrededor de la mía me produjo una gran felicidad.

—Ya han pasado dos semanas exactamente desde que plantamos las branquialgas, seguro que ya están listas  —dijo mientras me arrastraba por los pasillos—. ¿No te mueres por verlas?

Sonreí a modo de respuesta y caminé lo más rápido que pude para seguirle el ritmo. Al llegar al lago, April dejó su mochila en el suelo y sacó el libro de Herbología.

—Vale, aquí dice que hay que arrancar las branquialgas de raíz, si no, podrían perder rápidamente parte de sus propiedades —leyó en voz alta.

Me quité los zapatos, me remangué los pantalones y me metí en el agua.

—¿A dónde vas? —pregunté al ver que ella me seguía—, ayer fue tu turno.

—Vas a necesitar ayuda, además hoy no hace nada de frío y no hay ni una nube en el cielo. Voy a morirme de calor aquí fuera.

Sonreí para mis adentros y comencé a arrancar las branquialgas. Cuando terminé con las que había en mi lado, me acerqué para ayudar a April, a ella solo le faltaba una, pero parecía estar resistiéndosele.

—¿Necesitas ayuda? —pregunté cuando llegué a su lado.

—No hace falta, gracias. Solo que esta branquialga parece no querer...

No terminó la frase, porque en ese instante la planta se soltó y ella cayó hacia atrás. No pude evitar soltar una carcajada. Ella me miró con una fingida mueca de fastidio y tras soltar la branquialga se acercó a mí.

—¿Te parece gracioso? —me preguntó sonriendo—. Sería una pena que tú también acabases empapado- añadió cuando apenas nos separaban unos centímetros de distancia.

Yo retrocedí unos pasos sin poder parar de reír y ella se abalanzó sobre mí, haciéndome caer al agua. Me puse en pie, con el agua cubriéndome hasta las rodillas y April salió del agua. Después de asegurarme de que no quedaba ninguna branquialga, la seguí.

—Tenemos una charla pendiente, ¿recuerdas? —dije intentando que no me temblara la voz.

—Neville, no creo que sea el momento...

—Si no ahora, ¿cuándo?

No respondió, permaneció seria mirándose los pies descalzos.

—¿Vas a seguir negando lo que pasó? —proseguí, toda mi timidez parecía haberse esfumado de golpe.

—Tú no lo entiendes —murmuró.

—No, claro que lo entiendo, no soy estúpido April, si no te gusto no tendrías que haber seguido con esto.

—Sí me gustas Neville...

—Entonces, ¿por qué te empeñas en negarlo? ¿Te avergüenzas de lo que sientes por mí?

Volví a no obtener respuesta, giré sobre mis talones y comencé a andar en dirección al castillo; sin embargo, April me retuvo sujetando mi brazo. Tiró de mí con fuerza hasta quedar frente a ella. Acercó mucho su rostro al mío y me miró con seriedad.

—No vuelvas a decir eso, nunca me avergonzaría de ti.

Acto seguido, acarició mi rostro y se puso de puntillas antes de unir sus labios, cálidos y suaves, con los míos. Comenzó como un contacto suave, pero me estrechó contra ella como si necesitara más, cuando quise darme cuenta, estaba devolviéndole el beso con la misma intensidad. Fue un beso torpe y algo desacompasado, pero no por ello menos apasionado para ambos.

Nos separamos algo azorados y April golpeó mi hombro con suavidad.

—¿Dónde ha quedado tu timidez, Longbottom? —preguntó sonriendo.

Noté que mis mejillas ardían. Me miró con intensidad y yo desvié mi mirada al suelo mientras sonreía a su vez.

Al otro lado del espejo➳ Neville LongbottomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora