Renania Casterford

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Usaba un vestido de falda negra y rastrera, que hacía juego con el estampado de plumas de su corsé oscuro. El vestido tenía las mangas ajustadas a sus brazos, mientras sus uñas; largas y relucientes, parecían llevar trozos de un diminuto carboncillo brillante. Tenía el cabello suelto y ondulado, en un brillante trenzado con redecillas de toques oscuros, sus pómulos iban ligeramente colorados, mientras sus labios habían sido empalidecidos con alguna mezcla de sus alabastros.

Renania aguardaba tranquila y pensativa, caminando lentamente de un lado a otro de la estancia como tratando de recordar las palabras adecuadas y las metas que se había fijado aquella tarde cálida. Había mandado por algunas cortesanas para la atención de las personas que vería, y también le había encomendado a su hermano que vigilase la entrada de sus rellanos, para evitar ser espiada por algún hombre de Idris Walters.

Bastaron unos minutos para ser sorprendida por Serene Ranger, quien pareció avergonzada ante ella tras advertir el olor a rosas de La Reina. La muchacha se veía agitada, nerviosa e inquieta, como si llevara un secreto sumarial a los oídos de la impoluta consorte.

─Mi reina ─le hizo una reverencia─, le traigo noticias.

Renania asintió sin darle mucha importancia. Últimamente lady Serene no hacía más que llevarle chismes sin trascendencia alguna; los paseos del Lord Informante por los burdeles de la ciudad, la aparente sodomía del Lord Administrador con uno de los Mintranger, la enfermiza obsesión del Lord Sacerdote por la princesa y la pequeña aventura prohibida del Consejero Líder que se difundía entre la servidumbre. Aunque eran cosas que tenían que ver con el trabajo que La Reina le hubo encomendado, definitivamente no era información que para el momento tuviera relevancia.

─La princesa Florence planea fugarse el día de su boda con un caballero, mi reina.

Renania le dedicó una mirada, «¿de qué está hablando?»

─Sé que no fue lo que me encomendó, mi reina. Pero al estar tan cerca de la princesa, me he dado cuenta de ciertas irregularidades que quizás sean de su importancia ─Serene se acercó a ella. La Reina la apremió─. La princesa Florence se ha estado viendo a escondidas con sir Steffan, el hermano mayor de Lord Dimitri...

─Sí, sé quien es ─comentó Renania─. El héroe de la coronación de Su Majestad.

─Me he dado cuenta de que la princesa se ha vuelto muy unida a ese hombre, mi reina. Desde antes de la coronación, he sabido que se frecuentan ─Serene bajó la voz un poco─. La princesa asegura que se han enamorado, y que planean huir juntos el día de su boda con el joven Mintranger.

«¿Se ha vuelto loca? ─la impresión de La Reina se hizo notar─. Nos hará el hazmerreír del reino.»

─¿Qué tan segura estás de eso? ─preguntó, inquisitiva.

─Estoy muy segura, mi reina ─respondió la joven─. En estos momentos, la princesa Florence está afinando los últimos detalles con sir Steffan. Al parecer harán parecer todo como una revuelta.

«Otro espectáculo para los Nobles», La Reina asumió con decepción. Pero estuvo pensando unos segundos y luego fingió una sonrisa fraterna.

─Quiero que seas prudente con esa noticia, no puedes revelar la verdad a nadie ─Renania se le acercó y le tomó las manos entre las suyas─. Lo mejor es que el reino piense que la princesa fue secuestrada por ese hombre, y no que huyó con él, sería un bochorno para la corona.

─Totalmente, mi reina...

─Entonces cuento con tu prudencia. En su momento sabrás lo que debes decir. Y encárgate de abrir los ojos de las demás damas, lady Orellia y lady Sylvanna pueden ser demasiado inocentes con estas cosas del corazón.

El Trono de BenetnaschDonde viven las historias. Descúbrelo ahora