Capitulo 2

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Abrí los ojos cansada y gire la cabeza para poder mirar la hora del reloj, sin embargo, al girarme no encontré lo que esperaba ver. Gire la cara hacia la otra esquina confundida y asustada, pero efectivamente este no era mi cuarto, y no tenía ni la más remota idea de dónde estoy. Intenté levantarme, pero algo me lo impidió, levante todo lo que pude mi cuello observando como me encontraba tumbada en una cama atada. Mis manos se encontraban por encima de la cabeza, atadas a la cabecera de la cama pues al intentar moverlas no lo conseguí. Y mis piernas estaban abiertas atadas a los bordes de la cama, esta postura en la que me encontraba era demasiado agobiante, quiero moverme pero estaba totalmente inmovilizada.

La habitación era pequeña y algo oscura, había una pequeña ventana en una de las paredes que tenían un tono granate algo descolorido por el tiempo con algunos desconchones, en todo el espacio solo llegaba a ver la cama donde me encontraba, un armario y una cómoda en la pared de en frente, ambos muebles muy deteriorados, estaba claro que este sitio no estaba bien cuidado. Había dos puertas, escuche una de estas se abría y volví a estirar el cuello para ver entrar a aquel endemoniado peli azul, sin embargo, otra persona entró por aquella puerta, este parecía mayor que yo, un rubio bastante mono que llevaba el pelo recogido recogido en una coleta mientras que el mío se encontraba suelto por la almohada a los hombros, aunque por muy guapo que me pareciera si estaba aquí entrando por esa puerta no podía indicar nada bueno. Se había quedado completamente parado mientras yo lo miraba aturdida, pero solo hasta que vi que detrás de ese chico que no había visto en toda mi vida caminaba un sonriente y burlón Kaito, podía recordar claramente aquel momento en el cual lanzó su advertencia con amenaza implícita de la que me había estado riendo durante varios días, también recordé como ese asqueroso me había atrapado y había me había puesto un pañuelo tapándome los orificios hasta que caí en la inconsciencia.

-Kaito: ¿Buscas algo pequeña?-dijo acercándose a donde estaba de forma que dejó atrás al otro chico con una fría sonrisa en sus labios.

-¿A ti qué te parece?, ¿Dónde estoy?

-Kaito: Estas conmigo, eso es lo único que debe importarte. Len ven aquí.- el rubio se acercó a dónde estábamos y se colocó a su lado- Ya sabes qué hacer ¿verdad?

-Len: Por supuesto.- dijo analizándome con la mirada, un escalofrío recorrió mi cuerpo, esto no podía acabar bien, cuando dos cerdos se juntan es mejor esconderse, pero a mi desgracia no había lugar donde poder esconderse en esta mohosa habitación en el caso de que lograse desatarme.

-¿Q-qué vais a hacer?- pregunté sería, aunque mi tono de voz me delataba, realmente estaba muy nerviosa y algo asustada, pero no podía dejar que se entreviera ya que entonces tendrían poder sobre mí y eso algo que nunca les pienso dar.

-Kaito: Te dije que ibas a arrepentirte, nadie me deja en ridículo delante de todo el mundo.

No me lo puedo creer, realmente está molesto por una tontería como esa, estos hombres de hoy en día cada vez son más maricas. No le he echo nada malo, solo le mostré cual seria su lugar si buscaba una amistad que no pensaba conceder, aquel chico no me había dado buena espina desde que lo vi, por una vez me gustaría no haber dado en el clavo.

-¡Anda ya!, suéltame y prometo no denunciarte por esta vez.

-Kaito: Va a ser que no preciosa, como ya te he dicho nadie me deja en ridículo, es algo que no pienso consentir. Así que me he traído a mi maravilloso mejor amigo para que te enseñe modales.

-Esto no tiene gracia, soltadme ahora mismo.- exigí cada vez más nerviosa revolviéndome en la cama.

-Kaito: Ni de broma, da por asumido Kagamine que nosotros dos vamos a dejar por los suelos cada parte de tu elevada arrogancia y ego, hasta que solo seas una copia barata de ti misma. Y cuando solo seas una sombra de tu ego que suplique por más en público no te lo daré, te dejaras en ridículo tu solita.- dijo poniendo su gran mano en mi pecho y bajándola lentamente hasta que llegó a mi intimidad.

Rompiendo CadenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora