Capítulo Dos

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—Y... entonces... ¿dísteis una vuelta por ahí y luego se ofreció a acompañarte a casa... pero te negaste?— Asentí. Después de el gran favor que Todd me hizo ayer al dejarme a solas con un chico que me miraba fijamente, sin tener la prudencia de pensar que, tal vez podía ser un asesino o algo peor, volví a casa y ya se había extendido el rumor de que estaba saliendo con un chico muy guapo en mi círculo de amistad.

Y la primera que vino a confirmarlo fue ella. Adara.

—La pregunta es por qué no accediste, podríais haber intimado más.

—Es que no quiero intimar más con él— Me crucé de brazos y dejé de caminar de lado a lado para mirarla seria—. No me da buenas vibraciones.

—Todd dice que es muy guapo— Mis mejillas se sonrojaron.

—¡Eso no tiene nada que ver!— Grité, avergonzada —Además... Todd dice muchas cosas.

—Pero no suele mentir— Cierto —Bueno, si te da malas vibraciones, tal vez es porque es uno de esos chicos malotes que tanto molan. Deberías acercarte a él.

—¿Debería hacerte caso conociéndote?— Adara tenía un largo historial de relaciones que no funcionaron y todos eran malotes.

—Deberías.

—No, gracias...— Me volví a sentar en el sofá, dándome cuenta de que mi granizado se había derretido. Solté un profundo suspiro.

—Bueno, yo debería irme ya. Mis padres me matarán si llego más tarde de las ocho— Dijo, levantándose.

—¿Consecuencias de tu última relación?— Pregunté sonriente, levantándome y acompañándola a la puerta de mi casa.

—Oye, no te pongas como Aveline— Frunció el ceño, pero yo aún así la abracé con una sonrisa —Nos vemos mañana— Se despidió con la mano y se fue.

Justo cuando cerró la puerta. sentí un enorme dolor envolver todo mi cuerpo, como si me estuvieran. lavando agujas por todo el cuerpo, y, de la nada, se me cortó la respiración.

Caí al suelo tosiendo, desesperada por coger aire.

Sentía que no podía moverme, que estaba paralizada por ese enorme dolor que recorría todo mi cuerpo.

Mis ojos enfocaron el bote de pastillas sobre la encimera de la cocina y empecé a arrastrarme por el suelo intentando mantener la calma y aguantando el dolor de estirar mis brazos y ayudarme con los pies para desplazarme.

Me puse de rodillas apoyándome en el lavavajillas y palpé en la encimera hasta que di con el bote de pastillas, empujé el bote y cayó a mis pies. Cogí una y me la tragué sin necesidad de agua.

Volví a toser por el esfuerzo de tragarme la pastilla, el fregadero se llenó de sangre tan pronto como pude levantarme.

—¡¡_____, Dios mío!!— Mamá había llegado del trabajo y, nada más entrar, me vio en esas condiciones. Debí haber mencionado anteriormente que tengo una enfermedad. ¿Cuál? Ni los médicos lo saben, solo me mandaron unas pastillas que me quitaban el dolor y listo —¿¡Te has tomado las pastillas!?— Gritó mamá. Asentí.

Abrió la llave del grifo para que la sangre se fuera y recogió las pastillas del suelo. Después, me ayudó a levantarme y me acompañó al sofá para que lograra recuperarme del todo. Las pastillas tardaban, aproximadamente, una media hora en hacer efecto completamente. Duraban cuarenta y ocho horas y debía tomarlas en cuanto me sintiera mal.

—Dentro de una semana tenemos que volver al hospital para otra analítica— Solté un enorme suspiro. De acuerdo, era una enfermedad desconocida que lleva atormentándome desde que nací, pero, ¿de verdad es necesario que los médicos me estén citando cada semana para sacarme sangre, hacerme radiografías, ecografías y demás?

—Supongo que no estoy en condiciones de negarme a ir...— Susurré poniendo los ojos en blanco, mientras tomaba una postura más cómoda.

—Oye, cariño...— Mamá se sentó en el sofá —Sabes que a mí tampoco me gusta ir y venir constantemente para que luego no hagan ningún progreso, pero es lo mejor para ti— Tomó mi mano y la acarició. Suspiré de nuevo, sonreí y asentí.

Después de que pasara esa media hora, logré levantarme y subir las escaleras con cuidado hasta mi habitación. De la nada, mi móvil sonó, haciendo que pegara un saltito del susto.

—¿Hola...?

—¡¡_____, soy Aveline!!— Me gritó la chica del otro lado de la línea —¿¡Es cierto que estas saliendo con un chico pelirrojo, alto y guapo que conociste en una heladería mientras comías helado con Todd!?— Vaya, sí que la habían dado detalles —¿¡Por qué no me lo has dicho!?

Reí.

—No estoy saliendo con nadie, Todd se emociona demasiado a veces— Las dos reímos.

—Debí haberlo supuesto en cuanto me envió el mensaje. Lo siento.

—No te preocupes, Adara hace rato que se ha ido por lo mismo.

—¿Por qué no me lo explicas todo mañana?— Preguntó.

—Sabes que siempre quiero salir contigo— Aunque, en ese momento, no me pareció una buena idea. Si me había dado un ataque hoy, ¿qué me aseguraba que no pasaría mañana? Estaba un poco asustada, pero decidí acceder.

Después de cenar y todo, me acosté con el móvil en las manos. Todos estaban hablando sobre el chico misterioso con el que, supuestamente, estaba saliendo. Solté un gruñido, dejé el móvil y me dispuse a dormir.

Esperaré detrás de la pared...

Abrí los ojos de golpe y me incorporé en la cama, mirando a todos los lados, como si pudiera ver a alguien en medio de la oscuridad de mi habitación. ¿En qué estaba pensando? Estaba claro que esa noche no dormiría mucho...

INMORTAL |Zalgo y tú|© FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora