Capítulo Quince

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—Vamos, princesita, levanta— No me moví. Ya no podía controlar mi respiración. Mi pecho se contraía y se relajaba a una gran velocidad y mi boca estaba abierta, jadeando desesperadamente. Estaba por pensar que me había dado otro ataque y que necesitaba mis medicinas.

El chico se acercó a mí con paso tranquilo, sus zapatillas, negras y desgastadas sonaban en el fango como si cada pisada que daba fuese con fuerza. Yo retrocedí. Estaba llena de suciedad: mis piernas, mis rodillas, la parte de atrás de mi pantalón corto y mis brazos. Pero no me centré en ello en ese momento. Lo único que quería era que ese chico se alejara de mí.

—N-no te acerques...— Balbuceé, poniendo uno de mis brazos delante de mi cara, como si me fuera a proteger de lo que quiera que ese chico planeaba hacerme.

Un enorme frío recorrió todo mi cuerpo e hizo que me estremeciera. Era verano, la lluvia no paraba y para colmo el viento era más fuerte de lo normal. Solo quería llegar a casa, darme una ducha de agua caliente, arroparme completamente con las sábanas de mi cama y quedarme plácidamente dormida.

—Oh, oh, tranquila, niña— Me agarró del brazo con fuerza y, de un simple tirón, hizo que me pusiera en pie. Acercó su rostro al mío —No es a mí a quien debes tener miedo.

Me cogió de las mejillas con mucha fuerza para que no pudiera zafarme de su agarre con fuerza y me obligó a mirar en dirección al bosque tirando de mi rostro. Me resistí, pero él era mucho más fuerte que yo. Una vez fijé mi mirada en el oscuro bosque, no vi otra cosa que negra oscuridad. Escudriñé un poco más con la mirada esperando ver algo, pero seguía sin ver otra cosa que negro.

No fue hasta que un rayo iluminó la zona del bosque y pude ver una especia de figura humana y extremadamente delgada y vestida de negro. Lo que me aterró, fue percatarme de que, al mirar a su cara, no sé si fue por mi imaginación, por lo poco que duró el rayo o... no lo sé... pero no vi ojos en esa cara. Ni boca, no orejas... ni cejas... ¡nada!

Un grito de horror se escapó de mi boca y luché por zafarme del agarre del joven pálido, viendo como aquella cosa sin rostro se empezaba a acercar a nosotros. Temía por mi vida. Por la de papá. ¿Por qué a mí?

—¿Lo ves?— Preguntó el chico sin soltarme. Parecía que, aunque me moviera de un lado a otro, a él no le costaba mantenerme agarrada —Pues deberías estar rezando para que no se encargue de ti...— Me susurró en el oído. 

—P-por favor... suéltame...— Supliqué. Él, como respuesta, se echó a reír a carcajadas.

—Me temo que no, niña. Él tiene otros planes para ti— Golpeé una de sus espinillas con uno de mis talones y él soltó un gruñido de dolor. Intenté zafarme de su agarre una vez más, pero solo conseguí que una de sus manos me agarrara del cuello con fuerza y me arrastrara hasta donde se encontraba aquel monstruo humanoide. 

—Será mejor que la encierres, es una niñata estorbo— Se quejó el muchacho.

—Por supuesto, será encerrada, Jeffrey— Aquella voz tremendamente grave y tétrica me dio escalofríos. 

—¡¡Suéltame!!— Comencé a darle codazos al chico, haciendo que me agarrara con más fuerza del cuello y empezara a sentir que el aire se me escapaba de los pulmones.

—Tú mejor quédate quieta, idiota.

—Jeffrey, suéltala— Ordenó aquella figura alta sin rostro —Por ahora, la necesitamos viva. Si ella muere teniéndola en su interior, morirá con ella.

Al chico, Jeffrey, no pareció agradarle ese plan, y tampoco el hecho de que le estuviera dando ordenes. Sentí cómo aflojaba mi cuello y, segundos más tarde, me dejaba caer al suelo como si le hubiera dolido el tocarme.

—Llévala a la casa. Ve a mi despacho, átala a la camilla de madera y enciérrala. Tengo algo que hacer antes de encargarme de ella— Hizo una breve pausa —No podemos dejar que él se interponga en mis planes. Sé que sabe que ella tiene la estrella... ya le he visto hablando con ella varias veces...

«Un momento, ¿qué pinta Zalgo en todo ésto...?»

En ese momento, recordé la frase que me dijo:

"Tienes algo que me pertenece... en tu interior...."

¿Ellos también lo querían? ¿Qué significaba todo esto? ¿Por qué mis médicos no me advirtieron de que tenía algo dentro del cuerpo que no era normal y que gente extraña y siniestra sería capaz de secuestrarme con tal de obtenerla...?

Jeffrey me cogió de mi camiseta con violencia y comenzó arrastrarme al interior del bosque con una fuerza que no vi posible en alguien tan delgado como él. Comncé a gritar que alguien me ayudara... pero... era inútil. Si a papá le gustaba vivir aquí era precisamente porque estaba totalmente rodeado de naturaleza y no había vecinos molestos...

Pero en ese momento maldije los gustos de mi padre por buscar un área sin personas que pudieran ayudarme.

Dejé de gritar.

Me rendí, prácticamente.

  —Buena chica— Me dijo el joven pálido, entre unas risas que me congelaron la sangre.

Antes de adentrarme en la oscuridad del bosque, pude ver una silueta masculina apoyada de brazos cruzados y de espalda al tronco de un árbol. De nuevo, otro rayo me ayudó a identificar a aquel muchacho de ojos rojizos y cabello negro que empezó a hablarme el otro día de mala manera.

Me miró serio, inexpresivo, mientras el chico me arrastraba. 

Sabía que no me ayudaría.

No parecía querer salvarme, ni nada por el estilo.

INMORTAL |Zalgo y tú|© FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora