AVISO: Este capítulo será más largo por +18.
- Si no quieres leer el contenido sexual, pasa directamente al final del capítulo en cuanto veas que empieza a subir de tono, por favor. No quiero comentarios ofensivos.
- Si quieres leerlo, disfrútalo.No os alarméis. Os estoy avisando.
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Me desperté con un dolor punzante. Mis ojos se abrieron lentamente y me di cuenta de que ya no estábamos en la fábrica.
La luz neón de color rojo de fuera era lo único que alumbraba la habitación en la que me encontraba. Era pequeña, con un armario, una cama, frente a la que había una puerta, una mesa de noche y una lámpara que no funcionaba. No había nada más, solo un par de pósters publicitarios en la pared.
Estaba en un motel. Pero, ¿cómo había llegado allí?
Intenté incorporarme y me di cuenta de que no llevaba camiseta. Mi sujetador a rayas estaba al descubierto.
Me sobresalté e intenté buscar mi camiseta, pero el dolor de mi estómago me obligó a volver a tumbarme. Sin embargo, al acariciarlo estómago, no encontré ni costuras ni restos de sangre seca. Solo una línea fija que sobresalía: una cicatriz.
La puerta se abrió lentamente y yo agarré la almohada y la abracé para que nadie me viera sin camiseta. Entonces, me puse roja al ver a Zalgo entrar en la habitación, con el pelo mojado y una camiseta de tirantes que enseñaba sus brazos fuertes y anchos, se le notaba el tríceps y las venas, como si hubiera realizado un gran esfuerzo hace a penas unos segundos. Tenía el vientre liso y trabajado, los pectorales definidos y llevaba unos pantalones vaqueros que le favorecían, rasgados. Tragué saliva.
Ambos nos miramos y nos examinamos de arriba a abajo.
—¿De dónde has sacado esa ropa?— pregunté por fin, muerta de curiosidad. Recordé haberle visto sin camiseta antes de desmayarme.
—La he robado— respondió, encogiéndose de hombros —¿Y tú? ¿Qué estás haciendo?— me señaló con su barbilla, frunciendo el cejo.
Me encogí en la cama y estreché todavía más la almohada contra mí pecho. Zalgo estaba esperando una respuesta, y yo tenía que encontrar una que no sonara mal.
—N-no encuentro mi camiseta— balbuceé.
—Se rompió— contestó. No me dió más detalles —. De todas formas, he sido el único que te ha visto con sujetador al curarte la herida, así que no tienes que taparte.
Aunque, al vivir cerca de la playa, astaba acostumbrada a que mis amigos me vieran en bañador. No obstante, con Zalgo era totalmente diferente; como una declaración de guerra o una demostración de algo.
Me sentí expuesta ante él como nunca antes me había sentido con nadie más.
Eso ya era un problema.
—Pues yo creo que es necesario.
Zalgo puso los ojos en blanco y se sentó en el lateral de la cama, dándome la espalda. Pude apreciar con todo detalle todos sus músculos y cómo sus curvas se formaban desde sus hombros hasta su cintura, aunque la luz roja del exterior fuese escasa. Me ruboricé al pensar en que le daba un toque erótico al momento, pero alejé esos pensamientos de inmediato de mi cabeza.
—¿Qué... qué vamos a hacer ahora?— me atreví a preguntar, incorporándome con cuidado.
—Tengo que encontrar la estrella— habló, no supe si respondía a mí pregunta o si se lo decía a sí mismo —. Mis poderes están menguando cada vez más— se miró las manos mientras hablaba —. A penas he sido capaz de curarte esa herida, y me ha supuesto un esfuerzo enorme- se giró y me miró —. He conseguido terminar de reparar tu piel hasta dejar una cicatriz, pero seguramente los tejidos de tu interior sigan dañados. Tienes que tomarte las cosas con calma.
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INMORTAL |Zalgo y tú|© FINALIZADA
FanfictionDesde pequeña, ella sabe que la vida no es un camino de rosas y que no se puede fiar de nadie, sabe lo injusta que ésta puede ser y que no era más que un peón en el inmenso ajedrez del rey de la oscuridad... aquél que esperaba... Destrás de la pared...