Capítulo Veintiocho

437 56 20
                                    

Habíamos dejado el motel atrás y pronto nos habíamos adentrado en el bosque. La chaqueta que llevaba puesta me resguardaba del frío que me acarició las piernas desnudas una vez nos perdimos entre los árboles. Insane caminaba por delante, en silencio y bastante tranquilo, a diferencia de mí, que parecía que acababa de salir de la montaña rusa y estaba temblando como un flan por el miedo.

Sentía que la cabeza me iba a estallar. No podía dejar de pensar en las cosas malas que pasarían, en que, debido a mi condición, es posible que no lograra salvar a Zalgo, sino todo lo contrario: que yo acabara siendo un estorbo y, finalmente, moriría como tal, a manos de aquellos monstruos.

Me detuve y retrocedí un par de pasos. La respiración se me volvió agitada y pesada. Me aferré a la chaqueta, como si pudiera tirar de mí misma para seguir adelante, pero no quería avanzar.

Insane se detuvo un par de metros más adelante cuando finalmente había notado que no lo estaba siguiendo. Puso los ojos en blanco, soltó una maldición sin molestarse demasiado en que yo no la oyera y se acercó a zancadas a mí.

—¿Y ahora qué te pasa?— inquirió, frustrado y hasta molesto —¿No era que querías salvar a Padre? ¿Por qué reculas?

—Yo no...— iba a inventarme alguna excusa tonta, pero no me pareció demasiado inteligente mentirle a un demonio que podía destruirme de un empujón —. Estoy aterrada.

Insane gruñó.

—¿Acaso tienes algún plan?

Cogí aire.

—No— admití.

Insane se cruzó de brazos.

—Pensé que bastaría con ir y...— desvié la mirada de sus aterradores ojos oscuros, me estaba intimidando y no quería empezar a balbucear —Tú cogerías la estrella muerta y yo sacaría a Zalgo de allí. Después, tú le darías la estrella y él recuperaría sus poderes. De esa forma, podríamos escapar y todo volvería a ser como antes.

Él se quedó un buen rato en silencio.

—No es un mal plan.

Me sorprendí ante sus palabras.

—Pero eres una humana muy torpe. En caso de que lograras encontrar a Zalgo y te dispusieras a alejarlo de la cabaña, no tardarían ni un minuto en alcanzarte. Eres lenta, e inútil y tienes esa enfermedad que te está desintegrando los pulmones y el hígado.

Tragué saliva e intenté alejar de mi mente la parte final de su reproche.

Cerré los ojos con fuerza y respiré hondo para luego echar el aire con calma.

—Puede que sí, pero tú puedes solucionarlo— le señale. Insane me miró con una ceja alzada, pero sin mostrar ningún tipo de sorpresa —. En el motel lograste hacer que se me pasara el ataque cuando tocaste mi pecho. Eso quiere decir que puedes quitarme esta enfermedad.

—Así no funciona— me interrumpió —. Simplemente te di una pequeña descarga en el cuerpo para que tus órganos reaccionarán y siguieran realizando sus funciones como si no hubiera enfermedad. Si se hace con mucha frecuencia, aceleraría el daño y tú acabarías muriendo mucho antes.

Sentí que me rompía en pedazos y que caía al suelo destrozada, sin vida, sin nada.

Los ojos se me llenaron de lágrimas.

—Si yo te pidiera que mi cuerpo funcionara de forma normal durante todo este absurdo plan...

No necesité acabar de preguntar.

—Tus órganos sufrirían un daño importante. No sé cuánto tiempo te queda de vida, pero no parece que sea mucho— contestó él, sin ningún tipo de tacto o timbre en la voz.

—Pero puedes hacerlo.

—Sí.

No. No iba a arriesgar mi vida por salvar a una criatura sobrenatural cuyo único fin es sembrar el caos y la destrucción allá donde va. No iba a morir por él. Pero él me había salvado antes en varias ocasiones. Me había curado las heridas y había intentado hacerlo antes de no haberse quedado sin poderes. Me había admitido que se había enamorado de mí, que no quería perderme...

Me había dicho que me quería.

¿Por qué estaba pensando aquello? Era una respuesta evidente. Insane tenía el poder suficiente para recuperar la estrella muerta y salvar a Zalgo y todo ello sin tener que enzarzarse en una pelea o poner en riesgo su vida porque era un demonio que solo podía ser destruido por su creador.

Él podía. No me necesitaba para nada. Yo sobraba, yo...

—Hazlo.

—¿Qué?

—Que lo hagas. Ya— imperé —, antes de que me arrepienta, por favor.

Insane se llevó las manos a la cabeza, se retiró el pelo de la cara y soltó un largo suspiro. Gruñó e inesperadamente, su mano se cerró en mi cuello.

Pegué un pequeño grito ante la sorpresa y él tiró de mí para acercarme a él.

Mis manos se prepararon para empujarle cuando sus labios se pegaron a los míos y me cogió del mentón con la otra mano para abrirme la boca. Pero no metió la lengua. En lugar de eso, sentí cómo me suministraba aire, como si me estuviera haciendo el boca a boca mientras sentía un calor en el cuello que descendía hasta mi pecho y mi estómago. Cerré los ojos con fuerza y me obligué a aguantar hasta que se separó y me soltó con desprecio. Me miró a los ojos y sonrió.

—Es formidable que haya logrado hacerlo sin vomitar.

Quise hundirle la nariz en la cara, pero sabía que era algo imposible, por lo que simplemente empecé a caminar.

No tardamos mucho más en encontrar el claro en el bosque donde se encontraba la casa debido a que caminamos con rapidez. Yo, temiendo por que el efecto de lo que me había hecho Insane se pasara en seguida. El simplemente porque no soportaba verse detrás de mí.

—De acuerdo— hablo Insane —. Yo iré a buscar la estrella y tú a buscar a Padre.

Me quedé paralizada durante un largo rato, recordando todo lo que sucedió allí, lo que tuve que sufrir, y sentí que me ardía la cicatriz de la herida que me hizo aquel chico con el cuchillo.

Me tembló el labio inferior y quise retroceder, pero sentí un golpe en la espalda que me hizo avanzar varios pasos.

—No me hagas perder más tiempo con tus cosas humanas.

Parpadeé y volví al mundo real gracias al manotazo de Insane en mi espalda. Alejé todos aquellos pensamientos de mi mente y me forcé a mí misma a seguir el camino que trazaba él caminando de forma silenciosa. Pronto localizamos la puerta de atrás de la casa y, con un simple chasquido de dedos, Insane logro abrirla.

—Yo iré por ahí— me indicó, señalando las escaleras —. Tú busca por esta planta. Si no encuentras a Padre, búscalo fuera, ¿entendido?

Asentí.

Antes de que pudiera darme cuenta, ya estaba sola en aquel tenebroso lugar, como si Insane nunca me hubiese acompañado.

INMORTAL |Zalgo y tú|© FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora